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Amarás al Señor, tu Dios. Viernes, 12 de marzo 2021 (Reflexión)

  • Eduardo Ibáñez García
  • 11 mar 2021
  • 3 Min. de lectura

Tiempo de Cuaresma – Ciclo B

Tercera semana

Viernes 12 de marzo – 2021

  • Primera lectura: Oseas 14, 2-10

El profeta Oseas, proclama que, esto le dijo, al pueblo de Israel: conviértete al Señor, Dios tuyo, pues tu maldad te ha hecho sucumbir... Arrepiéntanse y acérquense al Señor para decirle: Perdona todas nuestras maldades, acepta nuestro arrepentimiento sincero, que solemnemente te prometemos. Ya no nos salvará Asiria, ya no confiaremos en nuestro ejército, ni volveremos a llamar dios nuestro a las obras de nuestras manos, pues sólo en ti encuentra piedad el huérfano. (Oseas 14, 2-4)

  • Salmo: 80, 6-11. 14. 17

Yo soy tu Dios, escúchame. Oyó Israel, palabras nunca oídas: “He quitado la carga de tus hombros y el pesado canasto de tus manos. Clamaste en la aflicción y te libré”. (Salmo: 80, 6-8)

  • Evangelio: San Marcos 12, 28-34

El evangelista San Marcos, proclama que, uno de los escribas se acercó a Jesús y le preguntó: ¿Cuál es el primero, de todos los mandamientos? Jesús, le respondió: “El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor; amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es éste: Amarás a tu prójimo, como a ti mismo. No hay ningún mandamiento, mayor que éstos”. (Marcos 12, 28-31)


Lecturas consultadas en:


Id y enseñad,

La Biblia Latinoamérica,

La Biblia de las Américas y

Nuevo Misal del Vaticano II


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Amarás al Señor, tu Dios


Apresurémonos pues, a consagrarle todo el amor de nuestro corazón, a este Dios que, para obtenerlo, sacrificó su sangre, su vida y a él mismo.

Los grandes de la tierra, se vanaglorian de poseer reinos y riquezas. Jesucristo, encuentra toda su felicidad, en reinar sobre nuestros corazones; es el Reino que ansía y que decidió conquistar, con su muerte en la cruz: Lleva a hombros, el principado (Isaías 9, 5). Con estas palabras, varios intérpretes... entienden que es la cruz, que nuestro divino Redentor, llevó sobre sus hombros.


Este Rey del cielo, dice Cornelio a Lapide, es un maestro muy diferente del demonio: porque este último, carga pesados fardos en los hombros de sus esclavos. Pero Jesús, al contrario, toma sobre sí, todo el peso de su reino; abraza la cruz y quiere morir en ella, para reinar sobre nuestros corazones. Y Tertuliano dice, que mientras los monarcas de la tierra llevan el cetro en la mano y la corona sobre la cabeza, como emblemas de su poder; por el contrario, Jesucristo llevó la cruz sobre sus hombros. Y esa cruz, fue el trono dónde subió, para fundar su reinado de amor...


Apresurémonos pues, a consagrarle todo el amor de nuestro corazón, a este Dios que, para obtenerlo, sacrificó su sangre, su vida y a él mismo. Si supieras el don de Dios, decía Jesús a la Samaritana, y quién es el que te dice: Dame de beber (Juan 4, 10). Es decir: si supieras, la grandeza de la gracia, que recibes de Dios... ¡Oh, si el alma comprendiera, qué gracia tan extraordinaria le hace Dios, cuando reclama su amor en estos términos: Amarás, al Señor tu Dios! ¿Quién al escuchar, a su príncipe decirle: Ámame, no quedaría cautivado, por esta invitación? Y Dios ¿No conseguiría ganar nuestro corazón, aunque nos lo pida con tanta bondad: Hijo mío, dame tu corazón? (Proverbios 23, 26) Pero este corazón, Dios no lo quiere a medias; lo quiere entero, sin reserva; este es su mandamiento: Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón.


Adaptación del texto de San Alfonso María de Ligorio (1696-1787)

Obispo y doctor de la Iglesia




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