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Perder, lo inmenso, de la misericordia del Abbá. Miércoles, 6 de octubre 2021 (Reflexión)

  • Eduardo Ibáñez García
  • 5 oct 2021
  • 2 Min. de lectura

Tiempo ordinario II – Ciclo B

Vigesimoséptima semana

Miércoles, 6 de octubre 2021


En el nombre del Padre, del Hijo y del Espiritu Santo. Amen


Oración:

Dios omnipotente y misericordioso, aparta de nosotros todos los males; para que, con el alma y el cuerpo bien dispuestos, podamos con libertad de espíritu, cumplir lo que es de tu agrado. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.

  • Primera lectura: Jonás 4, 1-11

El Señor Dios, hizo nacer una hiedra, que creció tan tupida, que le daba sombra y lo resguardaba del ardor del sol, a Jonás… Pero al día siguiente, la hiedra, se secó. Entonces, Jonás, deseó morir y dijo: Prefiero morir, a vivir. El Señor, le dijo a Jonás: “…¿Crees, que hay motivo, para que te enojes así, por la hiedra?” …y el Señor, añadió: Tú estás triste, por una hiedra, que no cultivaste con tu trabajo; que nace una noche y perece la otra. Y yo ¿No voy a tener lástima de Nínive, la gran ciudad, en donde viven más de ciento veinte mil seres humanos...?” (Jonás 4, 6. 8-11).

  • Salmo: 85, 3-6. 9-10.

Tú, Señor, eres bueno y clemente. Puesto que eres, Señor, bueno y clemente; y todo amor, con quien tu nombre invoca; escucha mi oración y a mi súplica, da respuesta pronta (Salmo: 85, 5-6).

  • Evangelio: San Lucas 11, 1-4

El evangelista San Lucas, proclama que, Jesús, estaba orando y cuando terminó, uno de sus discípulos, le dijo: Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó, a sus discípulos. Entonces, Jesús, les dijo: “Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu nombre, venga tu Reino, danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas, puesto que también nosotros, perdonamos a todo aquel que nos ofende; y, no nos dejes, caer en tentación.” (Lucas 11, 1-4).


Lecturas consultadas en:


Id y enseñad,

La Biblia Latinoamérica,

La Biblia de las Américas y

Nuevo Misal del Vaticano II

 

Perder, lo inmenso, de la misericordia del Abbá


En el desarrollo de la oración, de sanidad y liberadora que Jesús, nos enseñó, sería, no solo una pérdida irreparable, para el cristianismo; sino que, privaría a la misma humanidad, de su oferta más esencial.

 

Con frecuencia, San Lucas, describe, a Jesús de Nazaret orando, en intimidad con Dios. De hecho, lo central de la experiencia bíblica, es el acontecimiento, de un Dios personal, libre y amorosamente comprometido, con la aventura humana, que culmina en el Abbá de Jesús, como fuente entrañable, de confianza filial y aliento de profético.

En este sentido, llamar a Dios Abbá (Padre), santificar su nombre y rogar el advenimiento del Reino; expresan la esperanza del pueblo de Dios, vinculando el sentido salvífico, con el quehacer humano; porque es, en lo profundo del hombre, donde acontece su voluntad.

En cambio, las oraciones con ruegos, se refieren, a las necesidades de rehabilitación de la comunidad, urgida de sostenibilidad, reconciliación, perdón y discernimiento. Perder, lo inmenso, de la misericordia del Abbá, en el desarrollo de la oración, de sanidad y liberadora que Jesús, nos enseñó, sería, no solo una pérdida irreparable, para el cristianismo; sino que, privaría a la misma humanidad, de su oferta más esencial.


Adaptación del texto de

Servicio Bíblico Latinoamericano

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