Bautismo del Espíritu Santo (2) T-54. 5-09-2020

Bautismo del Espíritu Santo

Por Raniero Cantalamessa,

Predicador de la Casa Pontificia

Mientras Jesús estaba en su compañía, les dijo, que no salieran de Jerusalén. Debes esperar, dijo, la promesa hecha por mi Padre, de la cual me has escuchado hablar: Juan, como sabes, bautizó con agua, pero serás bautizado con el Espíritu Santo; y en el próximo, Pocos días. (Hechos 1: 4-5)

Recibirás poder, cuando el Espíritu Santo descienda sobre ti; entonces, ustedes serán mis testigos en Jerusalén, en Judea y Samaria; sí, hasta los confines de la tierra. (Hechos 1: 8)

Desde el primer sermón, del apóstol Pedro, el día de Pentecostés: El Jesús, del que hablamos, ha sido resucitado por Dios, como todos, podemos dar testimonio. Exaltado así, a la diestra de Dios, recibió el Espíritu Santo del Padre, como se prometió; y todo, lo que ahora ves y oyes, fluye de Él. (Hechos 2: 32-33)

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2. ¿Por qué merecíamos una pena de muerte?

Considere que su padre le dio, un legado para sus hijos, de 1000 hectáreas de tierra por cada hijo. Entonces decidió, que quería gastar el dinero, que traería la tierra; así que, vendió los derechos de nacimiento de tus hijos. Cuando nacieron sus hijos, habían perdido su derecho de nacimiento, no debido a su propia acción, ¡sino a la suya! Ahora considere, que su padre todavía está vivo; y su plan, para bendecir a sus hijos, no ha cambiado. Así que ahora, debe ir al propietario legal y pagar el precio necesario, para canjear la tierra. Entonces, si alguno de tus hijos viene a su padre, ¿No tiene derecho a darle, el legado para que lo disfruten? Entonces, Dios hizo esto, en Jesús. De lo contrario, Dios habría sido injusto, al exigir que se le devolviera algo, que legítimamente pasó a ser propiedad de otro, sin pagar el precio completo. Entonces, ahora es posible que Dios, nos dé el derecho, de tener comunión con Él en Cristo Jesús, nuestro Señor y Redentor. Ahora nos enfrentamos, a la responsabilidad de una elección.

Pero, veamos otro aspecto de este maravilloso plan de Dios, por un momento, para comprender cuál debe ser nuestra elección. Digamos, que naciste en la familia López. Después de que creciste, decidiste que no te gustaba el apellido López, así que cambiaste tu apellido a Bolaños. Aunque tenga un apellido nuevo, todavía está en la familia López; y la línea de sangre de su padre, todavía está en sus venas. Puede intentar, cambiar su apellido cien veces, pero siempre estará en la familia López, hasta que muera. Así sucede, con cada uno de nosotros, nacidos en la familia de nuestro padre humano, Adán.

Nos separamos de Dios, por nacimiento. Somos pecadores, no por lo que hacemos, sino por nuestro nacimiento. No es nuestro pecado, lo que nos hace pecadores, sino que pecamos, porque está en nuestra naturaleza como humanos, como pecadores por nacimiento. ¡Los peces nadan, porque está en su naturaleza nadar; y nosotros pecamos, porque está en nuestra naturaleza pecar!

Dios sabía esto y por lo tanto, hizo provisión en Jesús, para que pudiéramos elegir, entrar en la muerte, que Jesús murió por nosotros y por lo tanto, pasar fuera del control de la naturaleza del pecado, bajo el cual Satanás nos había retenido. Vemos, que el pecado básico con el que somos tentados, es que queremos hacer las cosas a nuestra manera en nuestro tiempo y no necesitamos depender de Dios. Este es el orgullo de la vida, que atrapó a nuestro primer padre, Adán y vive en nosotros. Entonces, hay un poder en nuestra naturaleza, que quiere pecar; Dios considera necesario, proporcionarnos un mayor poder, si vamos a resistir las tentaciones diarias, de vivir independientemente de Él. Este es el secreto de Dios, revelado a través de la Iglesia, por el Espíritu Santo: Cristo Jesús, se convertirá en nuestra vida, a través del ministerio continuo, del don del Espíritu Santo.