Bautismo del Espíritu Santo (4 y final) T-56. 19-09-2020

Bautismo del Espíritu Santo

Por Raniero Cantalamessa,

Predicador de la Casa Pontificia

Mientras Jesús estaba en su compañía, les dijo, que no salieran de Jerusalén. Debes esperar, dijo, la promesa hecha por mi Padre, de la cual me has escuchado hablar: Juan, como sabes, bautizó con agua, pero serás bautizado con el Espíritu Santo; y en el próximo, Pocos días (Hechos 1: 4-5).

Recibirás poder, cuando el Espíritu Santo descienda sobre ti; entonces, ustedes serán mis testigos en Jerusalén, en Judea y Samaria; sí, hasta los confines de la tierra. (Hechos 1: 8)

Desde el primer sermón, del apóstol Pedro, el día de Pentecostés: El Jesús, del que hablamos, ha sido resucitado por Dios, como todos, podemos dar testimonio. Exaltado así, a la diestra de Dios, recibió el Espíritu Santo del Padre, como se prometió; y todo, lo que ahora ves y oyes, fluye de Él. (Hechos 2: 32-33)

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4. El plan de Dios en nuestras vidas

Es el mismo, que en la vida de Jesús, cuando caminó por la tierra, en las limitaciones de la humanidad. Fue el Espíritu Santo, el que lo hizo concebir y estuvo con Él, a medida que crecía y maduraba en obediencia. El Espíritu Santo, lo capacitó, para caminar en el ministerio en Israel, sufrir, ser crucificado en nuestro nombre y estar dispuesto a morir, para que el plan de Su Padre, pueda tener pleno efecto, para todos nosotros. Este mismo Espíritu de Santidad, que lo capacitó, ahora es dado por Él, para capacitarnos, a caminar en santidad de vida con Él y en Él y para Él.

La santidad, se entiende más, simplemente, como la determinación en querer que Dios, tenga la alegría de guiar y habilitar nuestras vidas. Ahora todo esto, es otorgado por la fe, en el momento de nuestra Confirmación, pero pocas personas, realmente, experimentan este empoderamiento, en ese momento de sus vidas. Todas las cosas de Dios, se reciben primero, por fe en los hechos, de lo que ha hablado. Nuestra experiencia de estos hechos, seguirá en medida, a que sigamos creyendo, que lo que Dios ha dicho, es realmente cierto.

A lo largo de los siglos, nuestra Iglesia ha proclamado y continúa proclamando, la responsabilidad personal de todos los seres humanos, de elegir por sí mismos el plan de Dios; o los dones tan generosamente dados, no se pueden experimentar. Los sacramentos básicos, de iniciación en nuestra fe, nos han sido dados a todos; y sin embargo, sin la comprensión y aceptación de un adulto maduro, no experimentamos el beneficio completo, de todo lo que Dios nos ha provisto, en los hechos de estos sacramentos. No continuemos en nuestra ignorancia, que es tan costosa, para nuestra vida cotidiana de gracia en Jesucristo, sino que vengamos a Aquel, de quien fluyen todas las bendiciones: Jesús, el Cristo, el Ungido de Dios, nuestro Salvador, nuestro Redentor y humildemente, le preguntamos a Él, para sumergirnos en Su Espíritu de Santidad.