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Contemplando a Dios, en la zarza ardiente. Miércoles, 14 de julio 2021 (Reflexión)

  • Eduardo Ibáñez García
  • 13 jul 2021
  • 2 Min. de lectura

Tiempo ordinario II – Ciclo B

Decimoquinta semana

Miércoles, 14 de julio 2021


Oremos:

Te pedimos, Señor, que tu gracia, continuamente nos disponga y nos acompañe, de manera que, estemos siempre dispuestos, a obrar el bien.

  • Primera lectura: Éxodo 3, 1-6. 9-12

Moisés, pastoreaba el rebaño de su suegro, Jetró, sacerdote de Madián. En cierta ocasión, llevó el rebaño más allá del desierto, hasta el Horeb, el monte de Dios; y el Señor, se le apareció en una llama, que salía de un zarzal. Moisés, observó con gran asombro, que la zarza ardía sin consumirse y se dijo: Voy a ver de cerca, esa cosa tan extraña, por qué la zarza, no se quema (Éxodo 3, 1-2).

  • Salmo: 102, 1-4. 6-7

El Señor, es compasivo y misericordioso. El Señor, hace justicia y le da la razón al oprimido. A Moisés, le mostró su bondad y sus prodigios, al pueblo de Israel (Salmo: 102, 6-7).

  • Evangelio: San Mateo 11, 25-27

El evangelista San Mateo, proclama que, Jesús exclamó: “¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas, a los sabios y entendidos; y las has revelado, a la gente sencilla! Gracias, Padre, porque así, te ha parecido bien.” (Mateo 11, 25).


Lecturas consultadas en:


Id y enseñad,

La Biblia Latinoamérica,

La Biblia de las Américas y

Nuevo Misal del Vaticano II



 

Contemplando a Dios, en la zarza ardiente


Nos comprometemos, a continuar con su obra, en favor de los pobres y sencillos. El texto, del Evangelio de hoy, no pretende condenar a los sabios y entendidos; pues con frecuencia, Dios se ha buscado servidores y amigos, en medios que habían heredado, grandes riquezas humanas; sin embargo, el conocimiento y la ciencia, sin un determinado grado de humildad, difícilmente, conducen a lo esencial.

 

La doctrina de Jesús, no fue expuesta, en las escuelas de Israel, en el templo o frente a los grandes maestros; sino en las casas, en los caminos, al lado de los sencillos y pobres. Porque Dios, no se fija en títulos y honores; en sabios y entendidos; para revelarse, sino solo a los sencillos del mundo.

Lo mismo, le sucede a Moisés; Dios mismo, se le revela, en la sencillez de la zarza. Ahí, en medio del desierto y en la soledad de la vida pastoril; no será en la urbe, de las grandes transnacionales, donde se gestará el proyecto, de la liberación de la esclavitud, en el que, Dios mismo, actuará.

Moises, no huye de la misión, se compromete y ofrece lo mejor, que puede dar. Cómo se parece, a los grandes hombres y mujeres, a Monseñor Romero que, en lugar de huir de las amenazas, se metió de lleno, a ofrecer su vida como ofrenda.

¿Contemplando a Dios, en la zarza ardiente, cómo nos comprometemos, con su obra en favor, de los pobres y sencillos?


Adaptación del texto de

Servicio Bíblico Latinoamericano

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