¿Creer, desde el bienestar? (Homilía dominical)
- Eduardo Ibáñez García
- 31 jul 2021
- 3 Min. de lectura
Tiempo Ordinario II – Ciclo B
Decimoctavo domingo
1 de agosto 2021
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espiritu Santo. Amen
Oración:
Ayuda, Señor, a tus siervos, que imploran tu continua benevolencia; y ya que se glorían, de tenerte como su creador y su guía, renueva en ellos, tu obra creadora y consérvales los dones de tu redención. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.
Primera lectura: Éxodo 16, 2-4. 12-15
Toda la comunidad de los hijos de Israel, murmuró contra Moisés y Aarón, en el desierto, diciendo: …Ustedes nos han traído a este desierto, para matar de hambre, a toda esta multitud. Entonces, dijo el Señor, a Moisés: “Voy a hacer, que llueva pan del cielo. Que el pueblo salga, a recoger cada día lo que necesita, pues quiero probar, si guarda mi ley o no. He oído las murmuraciones, de los hijos de Israel. (Éxodo 16, 2-4).
Salmo: 77, 3-4. 23-25. 54
El Señor, les dio pan del cielo. Así, el hombre comió, pan de los ángeles; Dios, le dio de comer en abundancia y luego, los condujo hasta la tierra y el monte, que su diestra conquistara. (Salmo: 77, 25. 54)
Segunda lectura: Efesios 4, 17. 20-24
San Pablo, apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, a los efesios les dice: Hermanos: Jesús, les ha enseñado, a abandonar su antiguo modo de vivir; ese viejo yo, corrompido por deseos de placer. Dejen que el Espíritu, renueve su mente y revístanse del nuevo yo, creado a imagen de Dios, en la justicia y en la santidad de la verdad. (Efesios 4, 22-24).
Evangelio: San Juan 6, 24-35
El evangelista San Juan, proclama que, al encontrar a Jesús, en la otra orilla del lago, le preguntaron: Maestro, ¿Cuándo, llegaste acá? El, les contestó: “Yo les aseguro, que ustedes no me andan buscando, por haber visto señales milagrosas, sino por haber comido de aquellos panes, hasta saciarse...” Ellos, le dijeron: Nuestros padres, comieron el maná en el desierto, como está escrito: Les dio, a comer pan del cielo... Jesús, les respondió: “Yo soy, el pan de la vida. El que viene a mí, no tendrá hambre y el que cree en mí, nunca tendrá sed.” (Juan 6, 25-26. 31. 35).
Lecturas consultadas en:
Id y enseñad,
La Biblia Latinoamérica,
La Biblia de las Américas y
Nuevo Misal del Vaticano II

El pan de vida: creer en el Hijo de Dios
(Juan 6)
“Yo soy, el pan de la vida. El que viene a mí, no tendrá hambre y el que cree en mí, nunca tendrá sed.” (Versículo 35).
¿Creer, desde el bienestar?
Probablemente, son mayoría los hombres y mujeres que, consciente o inconscientemente, aspiran, como ideal último de su existencia, al bienestar y al bien-vivir.
Lo importante, es vivir cada vez mejor, tener dinero y disfrutar de una seguridad. El dinero, parece ser la fuente, de todas las posibilidades.
El que posee, una seguridad económica, puede aspirar a lograr, el reconocimiento de los demás, la autoafirmación personal; y, en definitiva, la felicidad.
Naturalmente, cuando el bienestar se convierte, en el objetivo de nuestra vida, ya no importan demasiado, los demás. Entonces, es normal, que se desate la competitividad, la insolidaridad, el acaparamiento injusto.
Alguien ha dicho, que en esta sociedad, nos hemos quedado, sin noticias de Dios. Dios, es superfluo. No hace falta, ni combatirlo. Sencillamente, se prescinde de Él. ¿Por qué?
El ideal del bienestar, crea un modo, de vivir tan superficial, tan insensible y ciego, para las dimensiones más profundas del hombre, que ya no parece, haber sitio para Dios.
O quizás, algo, que no es mucho mejor. Sólo queda sitio, para una religión rebajada al plano individual y privado, donde lo religioso, se convierte con frecuencia, en mero alivio de frustración y problemas individuales.
Entonces, y aún sin ser conscientes de ello, la religión viene a ser, un elemento más de seguridad personal, al servicio de ese ideal último, que es el bienestar.
Los cristianos, hoy más que nunca ¿No deberíamos escuchar, la queja y las palabras de Jesús, junto al Tiberíades? Aquellas palabras:

Ustedes me buscan, porque comieron hasta saciarse. Trabajen, no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura, dando vida eterna.
No basta, alimentar nuestra vida, de cualquier manera. No es suficiente, un bienestar material. El hombre, necesita un alimento, capaz de llevarlo, hasta su verdadera plenitud. Y ese alimento, lo creamos o no, es sólo el amor de Dios.
Es una equivocación, mutilar nuestra existencia, poniendo toda nuestra esperanza, en un bienestar, que se acaba en el momento, en que perece nuestra vida.
Sólo el amor de Dios, da vida definitiva. Sólo, el que sabe ver, el dolor de los que sufren y escuchar, los gritos de los maltratados; puede escapar, del engañoso atractivo del bienestar y buscar una vida nueva. Una vida, que lleva a los hombres, a su plenitud.
Adaptación del texto de la homilía del
Comments