Cuando el sembrador, sale a sembrar. Viernes, 23 de julio 2021 (Reflexión)
- Eduardo Ibáñez García
- 22 jul 2021
- 3 Min. de lectura
Tiempo ordinario II – Ciclo B
Decimosexta semana
Viernes, 23 de julio 2021
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espiritu Santo. Amen
Oración:
Concédenos, Señor, Dios nuestro, alegrarnos siempre en tu servicio, porque la profunda y verdadera alegría, está en servirte siempre a ti, autor de todo bien. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.
Primera lectura: Éxodo 20, 1-17
El Señor, promulgó estos preceptos, para su pueblo, en el monte Sinaí, diciendo: “Yo soy el Señor, tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto y de la esclavitud. No tendrás otros dioses fuera de mí... No harás mal uso del nombre del Señor, tu Dios, porque no dejará el Señor sin castigo a quien haga mal uso de su nombre... Honra a tu padre y a tu madre para que vivas largos años en la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar.” (Éxodo 20, 1-2. 7. 12).
Salmo: 18, 8-11
Ayúdanos, Señor, a cumplir tu voluntad. La voluntad de Dios es santa y para siempre estable; los mandamientos del Señor, son verdaderos y enteramente justos. (Salmo: 18, 10).
Evangelio: San Mateo 13, 18-23
El evangelista San Mateo, proclama que, Jesús, dijo a sus discípulos: “Escuchen ustedes, lo que significa, la parábola del sembrador. A todo hombre, que oye la palabra del Reino y no la entiende, le llega el diablo y le arrebata lo sembrado en su corazón… En cambio, lo sembrado en tierra buena, representa a quienes oyen la palabra, la entienden y dan fruto; unos, el ciento por uno; otros, el sesenta; y otros, el treinta.” (Mateo 13, 18-19. 23).
Lecturas consultadas en:
Id y enseñad,
La Biblia Latinoamérica,
La Biblia de las Américas y
Nuevo Misal del Vaticano II

Cuando el sembrador, sale a sembrar
No se queja de su trabajo y por esa razón, dispongamos nuestro corazón, para que dé treinta, sesenta, cien, mil veces más. Arranquemos las espinas, preparemos el terreno, recibamos la simiente, perseveremos hasta la siega y aspiremos, a ser recibidos en los granero.
La siembra, ha sido echada por los apóstoles y profetas, pero es el Señor, Él mismo, es el que siembra. Es el Señor, él mismo, quien está presente en ellos, desde el momento en que, es el mismo Señor, quien siega. Porque sin Él, ellos no son nada, mientras que Él, sin ellos, sigue siendo perfecto. En efecto, Él, les dice: Sin mí, nada pueden hacer (Juan 15, 5).
Sembrando, pues, en las naciones, ¿Qué es, lo que dice Cristo? Salió el sembrador, a sembrar (Mateo 13, 3). En otro texto, son los segadores, los que son enviados a segar; cuando el sembrador, sale a sembrar, no se queja de su trabajo. En efecto ¿Qué importa, que el grano caiga en el camino o sobre piedras o entre zarzas? ¡Si dejara entrar en Él, el desánimo, por lo ingrato de estos lugares, no llegaría hasta la buena tierra!
En relación a nosotros ¿Seremos el camino o las piedras o las zarzas? ¿Queremos ser, la tierra buena? Dispongamos nuestro corazón, para que dé treinta, sesenta, cien, mil veces más. Treinta veces, mil veces, es siempre trigo y nada más que trigo. No seamos este camino, en el que la simiente es pisoteada, por los viandantes y nuestro enemigo, se apodera de ella, como si fuera un pájaro. Tampoco seamos esas piedras, en las que una tierra poco profunda, hace crecer rápidamente un grano; que después, no puede soportar el calor del sol. Nunca jamás esas zarzas, las codicias de este mundo, este empeño en hacer el mal.
En efecto ¿Hay algo peor, que hacer todos esto esfuerzos, para una vida que nos aparta, de llegar a la verdadera vida? ¿Hay alguien más desdichado, que cuidar tanto la vida, para llegar a perderla? ¿Hay algo más triste, que temer la muerte, para caer en poder de ella? Arranquemos las espinas, preparemos el terreno, recibamos la simiente, perseveremos hasta la siega, aspiremos a ser recibidos en los graneros.
Adaptación del texto de
San Agustín (354-430)
Obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia
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