Dichosos, los que creen, sin haber visto (Juan 20, 29). Lunes, 27 de septiembre 2021 (Reflexión)
- Eduardo Ibáñez García
- 26 sept 2021
- 3 Min. de lectura
Tiempo ordinario II – Ciclo B
Vigesimosexta semana
Lunes, 27 de septiembre 2021 – Memoria de, San Vicente de Paúl
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espiritu Santo. Amen
Oración:
Dios nuestro, que para el servicio de los pobres y la formación de los sacerdotes, colmaste de virtudes apostólicas, a San Vicente de Paúl, presbítero; concédenos que, animados por el mismo espíritu, amemos lo que él amó; y pongamos por obra, lo que enseñó. Por nuestro Señor Jesucristo… Amén.
Primera lectura: Zacarías 8, 1-8
El profeta Zacarias, proclama que; me fue dirigida a mí, la palabra del Señor, en estos términos: “…Aunque esto, les parezca imposible, a los sobrevivientes de este pueblo, ¿Acaso, va a ser imposible para mí?” Y, añadió: “Yo salvaré a mi pueblo, de los países de oriente y occidente; y lo traeré aquí, para que habite en Jerusalén. El será mi pueblo y yo seré su Dios, lleno de fidelidad y de justicia.” (Zacarías 8, 6-8).
Salmo: 101, 16-21. 29. 22-23
Tu pueblo nuevo, te alabará, Señor. Esto, se escribirá para el futuro y alabará, al Señor, el pueblo nuevo, porque el Señor, desde su altura santa, ha mirado a la tierra desde el cielo, para oír los gemidos del cautivo y librar de la muerte al prisionero (Salmo: 101, 19-21).
Evangelio: San Lucas 9, 46-50
El evangelista San Lucas, proclama que, surgió entre los discípulos, una discusión, sobre quién era el más grande de ellos. Dándose cuenta, Jesús, de lo que estaban discutiendo, tomó a un niño, lo puso junto a sí y les dijo: “El que reciba, a este niño en mi nombre, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe también, al que me ha enviado. En realidad, el más pequeño entre todos ustedes, ése es el más grande.” (Lucas 9, 46-48).
Lecturas consultadas en:
Id y enseñad,
La Biblia Latinoamérica,
La Biblia de las Américas y
Nuevo Misal del Vaticano II


Fue, un sacerdote francés, una de las figuras más representativas del catolicismo, en la Francia del siglo XVII. Fue fundador, de la Congregación de la Misión, también llamada de Misioneros Paúles, Lazaristas o Vicentinos (1625); y junto a Luisa de Marillac, de las Hijas de la Caridad (1633). Fue nombrado Limosnero Real, por Luis XIII, función en la cual, abogó por mejoras en las condiciones, de los campesinos y aldeanos. Realizó, una labor caritativa notable, sobre todo, durante la guerra de la Fronda, una de cuyas consecuencias, fue el incremento de menesterosos en su país.
Cordero de Dios, el Verbo de Dios
Que se ha hecho hombre por nosotros y ha querido ser, en todo, semejante a nosotros, Él, el Hijo de Dios, el hijito del Padre; el Padre, de toda la creación, acoge a los que se refugian en Él, los regenera por el Espíritu y los adopta como hijos; conoce cuan dulces son y a ellos los ama, ayuda, protege; y por ello, les llama sus hijos pequeños… (Juan 13, 33).
Llevarán en brazos, dice la Escritura, a sus criaturas y sobre las rodillas las acariciarán; como a un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo (Isaías 66 12-13). La madre, atrae hacia sí a sus hijos pequeños y nosotros, buscamos a nuestra madre, la Iglesia. Todo ser débil y tierno, cuya debilidad tiene necesidad de ayuda, es gracioso, atrayente, hermoso; Dios, no rechaza su ayuda, a un ser tan joven. Los padres, dedican, una ternura especial a sus pequeños… De la misma manera, el Padre, de toda la creación, acoge a los que se refugian en Él, los regenera por el Espíritu y los adopta como hijos; conoce cuan dulces son y a ellos los ama, ayuda, protege; y por ello, les llama sus hijos pequeños… (Juan 13, 33).
El Santo Espíritu, por boca de Isaías, aplica al mismo Señor, el término hijo pequeño: Un niño, nos ha nacido, un hijo se nos ha dado… (Isaías 9, 5). ¿Quién es este hijo pequeño, este recién nacido, a imagen del cual somos hijos pequeños? Por el mismo profeta, el Espíritu, nos describe su grandeza: Maravilla de Consejero, Dios guerrero, Padre perpetuo, Príncipe de la paz (Isaías 9, 6).
¡Oh, el gran Dios! ¡Oh, el niño perfecto! El Hijo está en el Padre y el Padre está en el Hijo ¿Podría no ser perfecta, la instrucción, que nos da este niño pequeño? Ella nos engloba a todos, para guiarnos a nosotros, sus hijos pequeños. Ha extendido sus manos, sobre nosotros y en ellas, hemos puesto toda nuestra confianza. Es de este hijo pequeño, de quien Juan Bautista da testimonio: He aquí, dice, el cordero de Dios (Juan 1, 29). Puesto que, la Escritura, nombra corderos a los hijos pequeños, llama Cordero de Dios, al Verbo de Dios, que se ha hecho hombre por nosotros y ha querido ser, en todo, semejante a nosotros, Él, el Hijo de Dios, el hijito del Padre.
Adaptación del texto de
San Clemente de Alejandría (150-c. 215)
Teólogo
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