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Dios, no se había unido a nadie. Viernes, 23 de abril 2021 (Reflexión)

  • Eduardo Ibáñez García
  • 22 abr 2021
  • 3 Min. de lectura

Tiempo de Pascua – Ciclo B

Tercera semana

Viernes, 23 de abril 2021

  • Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 9, 1-20

San Lucas, nos dice que, Saulo, amenazaba todavía, de dar muerte, a los discípulos del Señor… Había en Damasco un discípulo, que se llamaba Ananías, a quien se le apareció el Señor y le dijo: “…busca en casa de Judas, a un hombre de Tarso, llamado Saulo, que está orando”. Ananías contestó: Señor, he oído a muchos, hablar de ese individuo y del daño, que ha hecho a tus fieles en Jerusalén... Pero, el Señor le dijo: “Tú ve allá, porque yo lo he escogido como instrumento, para que me dé a conocer a las naciones, a los reyes y a los hijos de Israel. Yo le mostraré, cuánto tendrá que padecer, por mi causa”. (Hechos 9, 1. 10-11. 13. 15-16)

  • Salmo: 116, 1-2

Que aclamen al Señor, todos los pueblos. Aleluya. Que alaben al Señor, todas las naciones, que lo aclamen todos los pueblos. (Salmo: 116, 1)

  • Evangelio: San Juan 6, 52-59

El evangelista San Juan, proclama que, los judíos, se pusieron a discutir entre sí ¿Cómo puede éste, darnos a comer su carne? Entonces, Jesús, les dijo: “Yo les aseguro, si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no podrán tener vida en ustedes. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. Como el Padre, que me ha enviado, posee la vida y yo vivo por él, así también, z el que me come vivirá por mí”. (Juan 6, 52-53. 55-57)


Lecturas consultadas en:


Id y enseñad,

La Biblia Latinoamérica,

La Biblia de las Américas y

Nuevo Misal del Vaticano II


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Dios, no se había unido a nadie...


...sustancialmente, Él no se había unido a nadie, hasta que se hizo hombre Cristo, mi Dios. Habiendo tomado un cuerpo, dio su Espíritu divino y por Él, se une sustancialmente a todos los creyentes y se convierte, entre ellos, en unión inseparable.

Anteriormente, el mar abierto, por el bastón de Moisés y el maná, descendido del cielo, eran sólo figura y símbolos de la verdad. Igualmente, el mar, el bautismo y el maná del Salvador y todo lo que hablamos; son símbolo y figura, de realidades que poseen una trascendencia y gloria incomparables; en la medida, que lo increado, trasciende por naturaleza, a lo que es creado.

Ese maná, que es llamado pan y alimento de los ángeles que, en ese tiempo, los hombres comieron en el desierto, ha cesado, desaparecido; y están muertos, los que lo han comido, ya que ellos, no participaban de la verdadera vida. En cambio, la carne de mi Maestro, divinizada y llena de vida, hace participar de la vida, a los que la comen y los hace inmortales…


Comenzó, por despojarme de la corrupción y la muerte; por hacerme, enteramente sensible y conscientemente libre. Y, misterio más grande aún, hizo un nuevo cielo; y, Él, Creador de todo, fijó su morada en mí, favor del que ningún santo, había sido juzgado digno, antiguamente.


Antes, hablaba por medio del Espíritu divino y por obra de Él, realizaba sus maravillas. Pero jamás, jamás, Dios, no se había unido a nadie, sustancialmente, hasta que se hizo hombre Cristo, mi Dios. Habiendo tomado un cuerpo, dio su Espíritu divino y por Él, se une sustancialmente a todos los creyentes y se convierte, entre ellos, en unión inseparable.


Adaptación del texto de Simeón, el Nuevo Teólogo (c. 949-1022)

Monje griego

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