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El espíritu inmundo, salió de él. Domingo, 31 de enero 2021 - (Homilía)

  • Eduardo Ibáñez García
  • 30 ene 2021
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 31 ene 2021

Día del Señor


Tiempo Ordinario I – Ciclo B

Cuarto domingo

31 de enero – 2021

  • Primera lectura: Deuteronomio 18, 15-20

Habló Moisés al pueblo, diciéndoles lo que el Señor, le respondió: “Está bien, lo que han dicho. Yo haré surgir en medio de sus hermanos, un profeta como tú. Pondré mis palabras en su boca y él dirá lo que le mande yo. A quien no escuche las palabras, que él pronuncie en mi nombre, yo le pediré cuentas. Pero el profeta, que se atreva a decir en mi nombre, lo que yo no le haya mandado o hable en nombre de otros dioses, será reo de muerte”. (Deuteronomio 18, 17-20)

  • Salmo: 94, 1-2. 6-9

Señor, que no seamos sordos a tu voz. Hagámosle caso al Señor, que nos dice: “No endurezcan su corazón, como el día de la rebelión en el desierto, cuando sus padres dudaron de mí, aunque habían visto mis obras”. (Salmo 94, 8-9)

  • Segunda Lectura: 1 Corintios 7, 32-35

San Pablo, apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, a los corintios les dice: Hermanos: Yo quisiera, que ustedes vivieran sin preocupaciones. Al decirles, que la mujer que ya no tiene marido y la soltera, se preocupan de las cosas del Señor y se pueden dedicar a él en cuerpo y alma. Por el contrario, la mujer casada, se preocupa de las cosas de esta vida y de cómo agradarle a su esposo. (1 Corintios 7, 34)

  • Evangelio: San Marcos 1, 21-28

El evangelista San Marcos, proclama que, se hallaba Jesús en Cafarnaúm y el sábado fue a la sinagoga y se puso a enseñar; pero también, había un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: ¿Qué quieres tú con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios. Jesús le ordenó: “¡Cállate y sal de él!” El espíritu inmundo, sacudiendo al hombre con violencia y dando un alarido, salió de él. Todos quedaron estupefactos y se preguntaban: ¿Qué, es esto? ¿Qué nueva doctrina, es ésta? Este hombre tiene autoridad, para mandar hasta a los espíritus inmundos y lo obedecen. (Marcos 1, 23-27)


Lecturas consultadas en:


Id y enseñad,

La Biblia Latinoamérica,

La Biblia de las Américas y

Nuevo Misal del Vaticano II

 

Jesús enseña y sana a un endemoniado

(Marcos 1)


Jesús le ordenó:“¡Cállate y sal de él!” (Versículo 26)

 

El espíritu inmundo salió de él

Entonces, un hombre poseído por un espíritu inmundo, se puso a gritar: ¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido, a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios. Jesús, entonces, le conminó diciendo: “Cállate y sal de él”. Y agitándose violentamente el espíritu inmundo, dio un fuerte grito y salió de él. ¿Qué pensar, de este episodio narrado, en el Evangelio de este domingo y de muchos otros sucesos análogos, presentes en el Evangelio? ¿Existen aún, los espíritus inmundos? ¿Existe, el demonio?


Cuando se habla, de la creencia en el demonio, debemos distinguir dos niveles: el nivel de las creencias populares y el nivel intelectual (literatura, filosofía y teología). En el nivel popular o de costumbres, nuestra situación actual, no es muy distinta de la de la Edad Media o de los siglos XIV-XVI, tristemente famosos, por la importancia otorgada a los fenómenos diabólicos. Ya no hay, es verdad, procesos de inquisición, hogueras para endemoniados, caza de brujas y cosas por el estilo; pero las prácticas, que tienen en el centro al demonio, están aún más difundidas que entonces; y no sólo, entre las clases pobres y populares. Se ha transformado, en un fenómeno social (¡y comercial!) de proporciones vastísimas. Es más, se diría que, cuanto más se procura expulsar al demonio por la puerta, tanto más vuelve a entrar por la ventana; cuánto más es excluido por la fe, tanto más arrecia en la superstición.


Muy diferentes están las cosas, en el nivel intelectual y cultural. Aquí reina ya, el silencio más absoluto sobre el demonio. El enemigo, ya no existe. El autor de la desmitificación, R. Bultmann, escribió: No se puede usar la luz eléctrica y la radio, no se puede recurrir en caso de enfermedad, a medios médicos y clínicos; y a la vez, creer en el mundo de los espíritus.


Creo que uno de los motivos, por los que muchos encuentran difícil creer en el demonio, es porque se le busca en los libros, mientras que, al demonio no le interesan los libros, sino las almas; y no se le encuentra, frecuentando los institutos universitarios, las bibliotecas y las academias; sino, precisamente, a las almas. San Pablo VI, reafirmó con fuerza, la doctrina bíblica y tradicional, en torno a este agente oscuro y enemigo, que es el demonio. Escribió, entre otras cosas: El mal, ya no es sólo una deficiencia, sino una eficiencia, un ser vivo, espiritual, pervertido y pervertidor. Realidad terrible, misteriosa y espantosa.


También en este campo, sin embargo, la crisis no ha pasado en vano y sin traer incluso frutos positivos. En el pasado, a menudo se ha exagerado, al hablar del demonio, se le ha visto donde no estaba, se han cometido muchas ofensas e injusticias, con el pretexto de combatirle; es necesaria mucha discreción y prudencia, para no caer precisamente en el juego del enemigo. Ver al demonio por todas partes, no es menos desviador que no verle por ninguna. Decía San Agustín: Cuando es acusado, el diablo se goza. Es más, quiere que le acuses, acepta gustosamente toda tu recriminación, ¡Si esto sirve para disuadirte, de hacer tu confesión!


Se entiende, por lo tanto, la prudencia de la Iglesia al desalentar, la práctica indiscriminada del exorcismo, por parte de personas que no han recibido ningún mandato, para ejercer este ministerio. Nuestras ciudades pululan de personas, que hacen del exorcismo, una de las muchas prácticas de pago y se jactan, de quitar hechizos, mal de ojo, mala suerte, negatividades malignas sobre personas, casas, empresas, actividades comerciales. Sorprende que, en una sociedad como la nuestra, tan atenta a los fraudes comerciales y dispuesta a denunciar, casos de exaltado crédito y abusos en el ejercicio de la profesión, se encuentre a muchas personas, dispuestas a beber patrañas como éstas.


Antes aún, de que Jesús, dijera algo aquel día en la sinagoga de Cafarnaúm, el espíritu inmundo, se sintió desalojado y obligado a salir al descubierto. Era la santidad de Jesús, que aparecía insostenible para el espíritu inmundo. El cristiano que vive en gracia y es templo del Espíritu Santo, lleva en sí, un poco de esta santidad de Cristo; y es, precisamente ésta la que opera, en los ambientes donde vive, un silencioso y eficaz exorcismo.

Adaptación del texto de la homilía del P. Raniero Cantalamessa, ofmcap

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