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El gran problema. Lunes, 1 de febrero 2021 - (Reflexión)

  • Eduardo Ibáñez García
  • 31 ene 2021
  • 3 Min. de lectura

Tiempo Ordinario I – Ciclo B

Cuarta semana

Lunes 1 de febrero – 2021

  • Primera lectura: Hebreos 11, 32-40

San Pablo, apóstol de Jesucristo, les dice a los hebreos: Hermanos, ¿Para qué seguir hablando, sobre el poder de la fe? Me faltaría tiempo, si tuviera que exponer en detalle, lo que hicieron Gedeón, Baruc, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas. Por su fe, ellos conquistaron reinos e hicieron justicia, lograron que se fueran, cumpliendo las promesas divinas… Sin embargo, todos ellos, aunque acreditados por su fe, no alcanzaron a ver, el pleno cumplimiento de la promesa: es que Dios había dispuesto para nosotros, algo mejor y no quería que ellos llegaran, sin nosotros, a la perfección. (Hebreos 11, 32-33. 39-40)

  • Salmo: 30, 20-24

Quien confía en el Señor, no desespere. En mi inquietud, Señor, llegué a pensar que me habías quitado de tu vista; pero oíste la voz de mis plegarias cuando clamaba a ti. (Salmo: 36, 39-40)

  • Evangelio: San Marcos 5, 1-20

El evangelista San Marcos, proclama que, después de atravesar el lago de Genesaret, Jesús y sus discípulos, llegaron a la otra orilla, a la región de los gerasenos. Apenas desembarcó Jesús, vino corriendo desde el cementerio un hombre poseído por un espíritu inmundo… Cuando aquel hombre vio de lejos a Jesús, se echó a correr, vino a postrarse ante él y gritó a voz en cuello: ¿Qué quieres tú conmigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Te ruego por Dios que no me atormentes. Dijo esto, porque Jesús le había mandado al espíritu inmundo, que saliera de aquel hombre. Entonces, le preguntó Jesús: “¿Cómo, te llamas?” El, le respondió: Me llamo Legión, porque somos muchos. Y le rogaba con insistencia que no los expulsara de aquella comarca. Había allí, una gran piara de cerdos, que andaban comiendo en la falda del monte. Los espíritus, le rogaban a Jesús: Déjanos salir de aquí, para meternos en esos cerdos. Y él se lo permitió… Mientras Jesús se embarcaba, el endemoniado le suplicaba, que lo admitiera en su compañía, pero él no se lo permitió y le dijo: “Vete a tu casa, a vivir con tu familia y cuéntales lo misericordioso, que ha sido el Señor contigo”. (Marcos 5, 1-2. 6-12. 18-19)

Lecturas consultadas en:


Id y enseñad,

La Biblia Latinoamérica,

La Biblia de las Américas y

Nuevo Misal del Vaticano II


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El gran problema


Es que el mal, ejerce una fascinación tal, sobre sus propias víctimas, que llega a gustar tanto, que sus inmolados, quieren quedarse viviendo con él y deciden expulsar, a los que son portadores de la vida, de la dignidad, del bien, de la felicidad.

El hecho, del poder del mal en el corazón humano y en la historia humana, es innegable. La cuestión es: ¿Cómo se explica, este mal? La fe, nos dice: existen dos misterios de luz y un misterio de noche que, sin embargo, está rodeado por los misterios de luz. El primer misterio de luz, es este: la fe nos dice, que no hay dos principios, uno bueno y uno malo, sino que hay un solo principio, el Dios creador; y este principio es bueno, sólo bueno, sin sombra de mal. Por eso, tampoco el ser, es una mezcla de bien y de mal; el ser como tal, es bueno y por eso es un bien existir, es un bien vivir. Este es, el gozoso anuncio de la fe: sólo hay una fuente buena, el Creador.


Después, sigue un misterio de oscuridad, de noche. El mal, no viene de la fuente del ser mismo, no es igualmente originario. El mal viene de una libertad creada, de una libertad que abusa ¿Cómo, ha sido posible? ¿Cómo, ha sucedido? Esto, permanece oscuro. El mal, no es lógico. Sólo Dios y el bien son lógicos, son luz. El mal, permanece misterioso. Podemos adivinar, no explicar; ni siquiera podemos narrarlo, como un hecho junto a otro, porque es una realidad más profunda. Sigue siendo un misterio de oscuridad, de noche.


Pero se le añade inmediatamente, un misterio de luz. El mal, viene de una fuente subordinada. Dios con su luz, es más fuerte. Por eso, el mal puede ser superado. Por eso la criatura, el hombre, es curable. Y finalmente, como último punto, el hombre no sólo se puede curar, de hecho, está curado. Dios, ha introducido la curación. Ha entrado, personalmente en la historia. A la permanente fuente del mal, ha opuesto una fuente de puro bien. Cristo crucificado y resucitado, nuevo Adán, opone al río sucio del mal, un río de luz. Y este río, está presente en la historia: son los santos, los grandes santos, pero también los santos humildes, los simples fieles. El río de luz que procede de Cristo, está presente, es poderoso.


Adaptación del texto de Benedicto XVI

Papa 2005-2013

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