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El que posee, la palabra de Jesús. Miércoles, 23 de junio 2021 (Reflexión)

  • Eduardo Ibáñez García
  • 22 jun 2021
  • 3 Min. de lectura

Tiempo ordinario II – Ciclo B

Decimoprimera semana

Miércoles, 23 de junio 2021

  • Primera lectura: Génesis 15, 1-12. 17-18

El Señor, haciendo salir a Abram de la casa, le dijo: “Mira el cielo y cuenta las estrellas, si puedes”. Luego, añadió: “Así será, tu descendencia”. Abram creyó, lo que el Señor le decía; y, por esa fe, el Señor, lo tuvo por justo. Por eso, le dijo: “Yo soy el Señor, el que te sacó de Ur, ciudad de los caldeos, para entregarte en posesión esta tierra.” (Génesis 15, 5-7).

  • Salmo: 104, 1-4. 6-9

El Señor, nunca olvida sus promesas. Ni, aunque transcurran mil generaciones, se olvidará el Señor de sus promesas, de la alianza pactada con Abraham, del juramento a Isaac, que un día le hiciera. (Salmo: 104, 8-9)

  • Evangelio: San Mateo 7, 15-20

El evangelista San Mateo, proclama que, Jesús, dijo a sus discípulos: “Cuidado, con los falsos profetas. Se acercan a ustedes, disfrazados de ovejas, pero por dentro, son lobos rapaces. Por sus frutos, los conocerán. ¿Acaso se recogen uvas, de los espinos o higos, de los cardos?” (Mateo 7, 9-13)


Lecturas consultadas en:


Id y enseñad,

La Biblia Latinoamérica,

La Biblia de las Américas y

Nuevo Misal del Vaticano II


 

Es capaz de entender, lo que Él enseñó sin palabras; y llegar así a la perfección, obrando según lo que habla y dándose a conocer, por lo que hace sin hablar. El principio es la fe, el fin es la caridad. Cuando ambas virtudes, van a la par, se identifican con el mismo Dios; y todo lo demás, que contribuye al bien obrar, se deriva de ellas.

 

El que profesa la fe, no peca; y el que posee la caridad, no odia. Por el fruto, se conoce el árbol; del mismo modo, los que están profesando, su creencia en Cristo, se distinguen por sus obras. Lo que nos interesa ahora, más que estar profesando nuestra fe, es mantenernos firmes, en esa fe hasta el fin.


Es mejor callar y obrar, que hablar y no obrar. Buena cosa es enseñar, si el que enseña, también obra. Uno solo es el maestro, que lo dijo y existió (Salmo 32, 9); pero también, es digno del Padre, lo que enseñó sin palabras. El que posee, la palabra de Jesús, es capaz de entender, lo que Él enseñó sin palabras; y llegar así a la perfección, obrando según lo que habla y dándose a conocer, por lo que hace sin hablar. Nada hay escondido, para el Señor, sino que, aun nuestros secretos más íntimos, no escapan a su presencia. Obremos, pues, siempre conscientes, de que Él, habita en nosotros, para que seamos templos suyos y Él, sea nuestro Dios en nosotros.


Adaptación del texto de San Ignacio de Antioquia (¿- c. 110)

Obispo y mártir

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