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El Reino de Dios, ha venido para nosotros. Jueves, 11 de marzo 2021 (Reflexión)

  • Eduardo Ibáñez García
  • 10 mar 2021
  • 3 Min. de lectura

Tiempo de Cuaresma – Ciclo B

Tercera semana

Jueves 11 de marzo – 2021

  • Primera lectura: Jeremías 7, 23-28

El profeta Jeremías, proclama que, esto le dijo el Señor: Yo les envié a mis siervos, los profetas, un día y otro día; pero ellos no los escucharon, ni les prestaron oído. Endurecieron su cabeza y fueron peores que sus padres. Tú les dirás, pues, todas estas palabras, pero no te escucharán; los llamarás y no te responderán. Entonces les dirás: Este es el pueblo que no escuchó la voz del Señor, su Dios, ni aceptó la corrección. Ya no existe fidelidad en Israel; ha desaparecido de su misma boca”. (Jeremías 7, 25-28)

  • Salmo: 94, 1-2. 6-9

Señor, que no seamos sordos, a tu voz. Hagámosle caso al Señor, que nos dice: “No endurezcan su corazón, como el día de la rebelión en el desierto, cuando sus padres dudaron de mí, aunque habían visto mis obras”. (Salmo: 94, 7-9)

  • Evangelio: San Lucas 11, 14-23

El evangelista San Lucas, proclama que, Jesús, dijo a la gente: “…si yo arrojo a los demonios, por el poder de Dios, eso significa, que ha llegado a ustedes el Reino de Dios. Cuando un hombre fuerte y bien armado, guarda su palacio, sus bienes están seguros; pero si otro más fuerte lo asalta y lo vence, entonces le quita las armas en que confiaba y después dispone de sus bienes. El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama”. (Lucas 11, 20-23)


Lecturas consultadas en:


Id y enseñad,

La Biblia Latinoamérica,

La Biblia de las Américas y

Nuevo Misal del Vaticano II


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El Reino de Dios, ha venido para nosotros


Porque Jesus lo trajo, cuando estuvo hecho hombre, acá en la tierra. Y si queremos tenerlo en su plenitud, debemos continuar y completar en nosotros, los estados y misterios de la vida de Cristo; suplicándole con frecuencia, consumarlos y completarlos en nosotros y en toda su Iglesia.

El Reino de Dios, ha venido para nosotros, porque Jesus lo trajo, cuando estuvo hecho hombre, acá en la tierra. Y si queremos tenerlo en su plenitud, debemos continuar y completar en nosotros, los estados y misterios de la vida de Cristo; y suplicarle con frecuencia, que los consume v complete en nosotros y en toda su Iglesia. Porque los misterios de Jesús, no han llegado todavía a su total perfección y plenitud. Han llegado, ciertamente, a su perfección y plenitud en la persona de Jesús, pero no en nosotros, que somos sus miembros, ni en su Iglesia, que es su cuerpo místico (Efesios 5, 30).


El Hijo de Dios, se quiere comunicar y extender, en cierto modo, para continuar sus misterios en nosotros y en toda su Iglesia, ya sea mediante las gracias, que ha determinado otorgarnos y mediante los efectos, que quiere producir en nosotros, a través de estos misterios. En este sentido, quiere completarlos en nosotros. Por esto, San Pablo dice que, Cristo halla su plenitud en la Iglesia, porque todos nosotros contribuimos a su edificación y a la medida de Cristo, en su plenitud... (Efesios 4, 13). El mismo apóstol, dice en otro lugar, que él completa en su carne, los dolores de Cristo... (Colosenses 1, 24).


De este modo, el Hijo de Dios, ha determinado consumar y completar en nosotros, todos los estados y misterios de su vida. Quiere llevar a término en nosotros, los misterios de su encarnación, de su nacimiento, de su vida oculta; formándose en nosotros y volviendo a nacer en nuestras almas, por los santos sacramentos del bautismo y de la sagrada eucaristía; y haciendo, que llevemos una vida espiritual e interior, escondida con él en Dios.


Quiere completar en nosotros, el misterio de su pasión, muerte y resurrección; haciendo que suframos, muramos y resucitemos con Él y en Él. Finalmente, completará en nosotros, su estado de vida gloriosa e inmortal… Según esto, los misterios de Cristo, no estarán completos hasta el final, de aquel tiempo que Él ha destinado, para la plena realización de sus misterios en nosotros y en la Iglesia, es decir, hasta el fin del mundo.


Adaptación del texto de San Juan Eudes (1601-1680)

Presbítero, predicador, fundador de institutos religiosos

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