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Encarnado por obra del Espíritu Santo, en María Virgen (1) T-72. 9-01-2021

  • Eduardo Ibáñez García
  • 8 ene 2021
  • 2 Min. de lectura

Encarnado por obra del Espíritu Santo,

en María Virgen


Por Raniero Cantalamessa,

Predicador de la Casa Pontificia




1. Navidad, misterio para nosotros


Prosiguiendo, con nuestras reflexiones sobre el Espíritu Santo, como continuación de la Navidad, queremos meditar sobre el artículo del Credo, que habla de la obra del Espíritu Santo, en la encarnación de Jesús. En el Credo, decimos: Por nosotros los hombres y por nuestra salvación descendió del cielo; y por obra del Espíritu Santo, se encarnó en el seno de la Virgen María y se hizo hombre. Meditemos sobre este artículo de fe, de una manera no teológica y especulativa, sino espiritual y edificante.


San Agustín, distinguía dos modos, de celebrar un hecho en la historia de la salvación: como misterio (en sacramento) o como simple aniversario. En la celebración, a la manera de aniversario, no se necesita otra cosa -decía- que indicar con una solemnidad religiosa, el día del año, en el cual cae el recuerdo del hecho sucedido; en la celebración de tipo mistérico, no solo se conmemora un hecho, pero se hace de manera que, se entienda su significado para nosotros y se lo acoja devotamente.


La Navidad, no es una celebración tipo aniversario (la fecha del 25 de diciembre no es debida, sabemos, a motivos históricos sino simbólicos y de contenido); es una celebración de tipo mistérico, que exige ser entendida en su significado, para nosotros. San León Magno, ponía ya en luz, el significado místico del sacramento de la navidad de Cristo, diciendo que, los hijos de la Iglesia, fueron generados con Cristo en su nacimiento, como han sido crucificados con él en la pasión y resucitados con él en la resurrección.


En el origen de todo, está el dato bíblico que, se cumplió una vez por siempre, en María: la Virgen se vuelve madre de Jesús, por obra del Espíritu Santo. Tal misterio histórico, como todos los hechos de la salvación, se prolonga a nivel sacramental en la Iglesia y a nivel moral en cada alma creyente. María en su calidad de Virgen Madre, que genera el Cristo, es el ejemplar perfecto del alma creyente. Leamos, como un autor de la Edad Media, San Isaac de la Estrella, resume el pensamiento de los Padres, sobre este tema:


María y la Iglesia, son una madre y más madres; una virgen y más vírgenes. Una y otra madre, una y otra virgen. Por esto, en las Escrituras divinamente inspiradas, lo que se dice de manera universal, de la Virgen Madre Iglesia, se lo entiende de manera singular, de la Virgen María… En fin, cada alma fiel, esposa del Verbo de Dios, madre hija y hermana de Cristo, es considerada también ella, a su manera, virgen y fecunda.

Esta visión patrística, ha sido traída a la luz, en el Concilio Vaticano II, en los capítulos, que la constitución Lumen Gentium dedica a María. Aquí, de hecho, en tres párrafos distintos, se habla de la Virgen Madre María, como modelo ejemplar de la Iglesia (n. 63), llamada ella, incluso a ser en la fe, virgen y madre (n. 64), y del alma creyente, imitando las virtudes de María, hace nacer y crecer a Jesús en sus hermanos (n. 65).

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