Homilía del día domingo, 1 de marzo - 2020
- Eduardo Ibáñez García
- 28 feb 2020
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 23 mar 2020
Día del Señor
Tiempo de Cuaresma – Ciclo A
Primer domingo
1 de marzo – 2020
Primera lectura: Génesis 2, 7-9. 3, 1-7
El Señor Dios, modeló al hombre de arcilla del suelo, sopló en su nariz un aliento de vida y el hombre se convirtió en ser vivo. El Señor Dios, plantó un jardín en Edén y colocó en él, al hombre que había modelado. El Señor Dios, hizo brotar del suelo, toda clase de árboles hermosos de ver y buenos de comer; además, el árbol de la vida, en mitad del jardín, y el árbol del conocimiento del bien y el mal. La mujer vio, que el árbol era apetitoso, atrayente y deseable, porque daba inteligencia; tomó el fruto, comió y ofreció a su marido, el cual comió. Entonces, se les abrieron los ojos a los dos y se dieron cuenta de que estaban desnudos. (Génesis 2, 7-9. 3, 6-7)
Salmo: 50, 3-6. 12-14. 17
Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión, borra mi culpa, lava del todo mi delito y limpia mi pecado. Misericordia, Señor, hemos pecado. (Salmo 50, 3-4)
Segunda lectura: Romanos 5, 12-19
San Pablo, apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, a la comunidad cristiana de los romanos, les dice: Hermanos: Por el delito de un solo hombre, comenzó el reinado de la muerte. Cuanto más ahora, por un solo hombre, Jesucristo, vivirán y reinarán todos los que han recibido, un derroche de gracia y el don de la justificación. En resumen: si el delito de uno, trajo la condena a todos, también la justicia de uno, traerá la justificación y la vida. (Romanos 5, 17-18)
Evangelio: San Mateo 4, 1-11
El evangelista San Mateo, proclama que, Jesús, fue llevado al desierto por el Espíritu, para ser tentado por el diablo. Y después de ayunar, cuarenta días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre. El tentador se le acercó y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes. Pero Él le contestó, diciendo: "Está escrito: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra, que sale de la boca de Dios”. (Mateo 4, 1-4)
Lecturas consultadas en:
Id y enseñad,
La Biblia Latinoamérica,
La Biblia de las Américas y
Nuevo Misal del Vaticano II

Cristo ha vencido al demonio para liberarnos
(Mateo 4)
Satanás le dijo a Jesús: Te daré todo esto si te arrodillas y me adoras. Y Él le respondió: Aléjate, Satanás, porque dice la Escritura: "Adorarás al Señor tu Dios y a Él solo servirás". Entonces lo dejó el diablo y se acercaron los ángeles a servirle.
(vs, 9-11)
El demonio, el satanismo y otros fenómenos relacionados, son de gran actualidad e inquietan no poco a nuestra sociedad. Nuestro mundo tecnológico e industrializado pulula de magos, brujos urbanos, ocultismo, espiritismo, escrutadores de horóscopos, vendedores de hechizos, de amuletos, así como de auténticas sectas satánicas. Expulsado por la puerta, el diablo ha entrado por la ventana. O sea, expulsado por la fe, ha vuelto a entrar con la superstición.
El episodio, de las tentaciones de Jesús en el desierto, que se lee el primer domingo de Cuaresma, nos ayuda, a aportar un poco de claridad a este tema. Ante todo, ¿existe el demonio? Esto es, ¿la palabra demonio, indica de verdad alguna realidad personal, dotada de inteligencia y voluntad; o es simplemente un símbolo, un modo de hablar, que indica la suma del mal moral del mundo, el inconsciente colectivo, la alienación colectiva y cosas por el estilo? Muchos, entre los intelectuales, no creen en el demonio, según el primer sentido. Pero se debe observar, que grandes escritores y pensadores, como Goethe o Dostoiewski, tomaron muy en serio, la existencia de satanás. Baudelaire, que no era ciertamente trigo limpio, dijo que la mayor astucia del demonio, es hacer creer que no existe.
La principal prueba, de la existencia del demonio en los evangelios, no está en los numerosos episodios, de liberación de posesos; porque en la interpretación de estos hechos, pueden haber influido creencias antiguas, sobre el origen de ciertas enfermedades. Jesús, tentado en el desierto por el demonio, ésta es la prueba. Prueba son también, los muchos santos que han luchado en vida, contra el príncipe de las tinieblas. No son quijotes, que pelearon contra molinos de viento. Al contrario, fueron hombres y mujeres concretos y de psicología sanísima.
Si muchos, encuentran absurdo creer en el demonio, es porque se basan en libros, pasan la vida en bibliotecas o en el escritorio; mientras que al demonio, no le interesa la literatura, sino las personas, especialmente los santos. ¿Qué puede saber sobre satanás, quien jamás ha tenido nada que ver son su realidad, sino sólo con su idea, esto es, con las tradiciones culturales, religiosas, etnológicas sobre satanás? Esos, tratan habitualmente este tema, con gran seguridad y superioridad, liquidando todo como oscurantismo medieval. Pero, se trata, de una falsa seguridad. Como si alguien se jactara, de no temer un león, aduciendo como prueba, el hecho de que ha visto muchas veces su imagen y jamás le ha dado miedo. Por otro lado, es del todo normal y coherente, que no crea en el diablo, quien no cree en Dios. ¡Sería hasta trágico, si alguien que no cree en Dios, creyera en el diablo!
Lo más importante, que tiene que decirnos la fe cristiana no es, en cambio, que el demonio existe, sino que Cristo ha vencido al demonio. Cristo y el demonio, no son para los cristianos dos principios iguales y contrarios, como en ciertas religiones dualistas. Jesús, es el único Señor; satanás no es sino una criatura, que se perdió. Si se le concede, poder sobre los hombres, es para que estos tengan la posibilidad, de hacer libremente una elección y también, para que no se ensoberbezcan (II Corintios 12, 7), creyéndose autosuficientes y sin necesidad de redentor alguno. Qué locura la del viejo satanás -dice un canto espiritual negro-. Ha disparado para destruir mi alma, pero ha errado el tiro y destruyó en cambio mi pecado.
Con Cristo, no tenemos nada que temer. Nada ni nadie, puede hacernos daño, si nosotros no lo queremos. Satanás -decía un antiguo padre de la Iglesia-, tras la venida de Cristo, es como un perro atado en la era; puede ladrar y abalanzarse cuanto le plazca; si no nos acercamos, no puede morder.
¡Jesús en el desierto, se liberó de satanás, para liberarnos de satanás! Es la gozosa noticia, con la que iniciamos nuestro camino cuaresmal, hacia la Pascua.
Adaptación del texto de la Homilía del
P. Raniero Cantalamessa, ofmcap
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