Homilía del día domingo, 12 de enero - 2020
- Eduardo Ibáñez García
- 11 ene 2020
- 4 Min. de lectura
Día del Señor
Tiempo Ordinario – Ciclo A
Primer domingo
12 de enero – 2020
El Bautismo del Señor Jesús
Primera lectura: Isaías 42, 1-4. 6-7
El profeta Isaías, proclama que, esto dice el Señor: “Miren a mi siervo a quien sostengo, a mi elegido, en quien tengo mis complacencias. En él he puesto mi espíritu, para que haga brillar la justicia sobre las naciones". (Isaías 42, 1)
Salmo: 28, 1-4. 8-10
Hijos de Dios, glorifiquen al Señor, denle la gloria que merece. Postrados en su templo santo, alabemos al Señor. Te alabamos, Señor (Salmo 28, 1-2)
Segunda lectura: Hechos de los apóstoles 10, 34-38
San Pedro se dirigió a Cornelio y a los que estaban en su casa, con estas palabras: Ya saben ustedes, lo sucedido en toda Judea, que tuvo principio en Galilea, después del bautismo predicado por Juan: cómo Dios ungió, con el poder del Espíritu Santo a Jesús de Nazaret y cómo éste pasó haciendo el bien, sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él. (Hechos 10, 37-38)
Evangelio: San Mateo 3, 13-17
El evangelista San Mateo, proclama que, Jesús llegó de Galilea al río Jordán y le pidió a Juan que lo bautizara. Al salir Jesús del agua, una vez bautizado, se le abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios, que descendía sobre él en forma de paloma y oyó una voz que decía, desde el cielo: “Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo mis complacencias”. (Mateo 3, 13. 16-17)
Lecturas consultadas en:
Id y enseñad,
La Biblia Latinoamérica,
La Biblia de las Américas y
Nuevo Misal del Vaticano II

Cristo es iluminado, dejémonos iluminar junto con él; Cristo se hace bautizar: descendamos al mismo tiempo que él, para ascender con él.
Juan está bautizando y Cristo se acerca; tal vez para santificar, al mismo por quien va a ser bautizado; y, sin duda, para sepultar en las aguas, a todo el viejo Adán, santificando el Jordán antes de nosotros y por nuestra causa; y así, el Señor, que era espíritu y carne, nos consagra mediante el Espíritu y el agua.
Hoy celebra la liturgia, el bautismo de Jesús. Las lecturas de este día, nos ofrecen tres elementos, para reflexionar sobre el bautismo en el Señor.
Un primer elemento, lo encontramos en el texto de Isaías, quien nos habla de la actitud del siervo de Dios; éste ha sido llamado y asistido por el Espíritu, para llevar a cabo una especial misión, en el pueblo de Israel: hacer presente con su vida, la actitud misma de Dios, para con la humanidad; es decir, evidenciar que Dios, instaura su justicia y su luz, por medio de la debilidad del ser humano. Por tanto, es tarea de todo bautizado, testimoniar que Dios está actuando en su vida; signo de ello, es su manera de existir en medio de la comunidad; debe ser una existencia, que promueva la solidaridad y la justicia con los más débiles, pues en ellos Dios actúa y salva; en ellos se hace presente, la liberación querida por Dios.
El segundo elemento, está presente en el relato de los Hechos de los Apóstoles. La intención central de este relato, es afirmar que el mensaje de salvación, vivido y anunciado por Jesús de Nazaret, es para todos. La única exigencia, para ser partícipe de la obra de Dios, es iniciar un proceso de cambio (respetar a Dios y practicar la justicia), que consiste en abrirse a Dios y abandonar toda clase de egoísmo, para poder ir en total libertad, al encuentro del otro, pues es en el otro donde se manifiesta Dios. A ejemplo de Jesús, todo bautizado tiene el deber de pasar por la vida haciendo el bien; tiene la tarea constante de cambiar, de despojarse de todo interés egoísta, para poder así ser testigo de la salvación.
El evangelio de San Mateo, desarrolla el tercer elemento, que identifica el verdadero bautismo: La obediencia, a la voluntad del Padre. La justicia plena, a la que se refiere Jesús, en el diálogo con Juan el Bautista, manifiesta la íntima relación existente entre el Hijo de Dios y el proyecto del Padre. Esto significa, que el bautismo es la plenitud de la justicia de Dios, ya que las actitudes y comportamientos de Jesús, tienen como fin, hacer la voluntad de Dios. Esta obediencia y apertura a la acción de Dios, afirma su condición de hijo; es hijo porque obedece y se identifica con el Padre. Esta identidad de Jesús con el Padre (ser Hijo de Dios), se corrobora en los sucesos, que acompañan el bautismo: el cielo se abre, desciende el Espíritu y una voz comunica que, Jesús es Hijo predilecto de Dios. Es hijo, a la manera del siervo sufriente de Isaías (Isaías 42,1): hijo obediente, que se encarna en la historia y participa completamente de la realidad humana.
El bautismo, en consecuencia, provoca y muestra la actitud de toda persona, abierta a la divinidad y voluntad de Dios; y hace asumir, como modo normal de vida, el llamado a ser hijos de Dios, identificándonos en todo con el Padre y procurando, con nuestro actuar, hacer presente la justicia y el amor de Dios.
Por desgracia, en la actualidad, el bautismo se ha limitado al mero rito religioso, desligándolo de la vida y la experiencia de fe de la persona creyente. Se ha olvidado, que el bautismo es un hecho fundamental del ser cristiano, pues tendría que ser la expresión, de la opción fundamental de la persona, opción que toma a la luz del ejemplo de Jesús y por la que se compromete a ser cristiano.
Adaptación del texto de la homilía del
Servicio biblico Latinoamericano
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