Homilía del día domingo, 2 de agosto - 2020
- Eduardo Ibáñez García
- 1 ago 2020
- 4 Min. de lectura
Día del Señor
Tiempo Ordinario – Ciclo A
Decimoctavo domingo
2 de agosto – 2020
Primera lectura: Isaías 55, 1-3
El profeta Isaías, proclama que, esto dice el Señor: “Todos ustedes, los que tienen sed, vengan por agua; y los que no tienen dinero, vengan, tomen trigo y coman; tomen vino y leche sin pagar ¿Por qué gastar el dinero, en lo que no es pan y el salario, en lo que no alimenta?" (Isaías 55, 1-2)
Salmo: 144, 8-9. 15-18
A ti, Señor, sus ojos vuelven todos y tú los alimentas a su tiempo. Abres, Señor, tus manos generosas y cuantos viven, quedan satisfechos. Abres, Señor, tu mano y nos sacias de favores. (Salmo: 144, 15-16)
Segunda lectura: Romanos 8, 35. 37-39
San Pablo, apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, a los romanos les dice: Hermanos: Ciertamente, de todo salimos más que victoriosos, gracias a aquel que nos ha amado; pues estoy convencido, de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni el presente ni el futuro, ni los poderes de este mundo, ni lo alto ni lo bajo, ni creatura alguna, podrá apartarnos del amor, que nos ha manifestado Dios, en Cristo Jesús. (Romanos 8, 37-39)
Evangelio: San Mateo 14, 13-21
El evangelista San Mateo, proclama que, cuando Jesús desembarcó, vio aquella muchedumbre, se compadeció de ella y curó a los enfermos... se acercaron sus discípulos a decirle: Estamos en despoblado y empieza a oscurecer... "Denles ustedes, de comer”. Ellos le contestaron: No tenemos aquí, más que cinco panes y dos pescados... Mandó, que la gente se sentara sobre el pasto. Tomó los cinco panes y los dos pescados; y mirando al cielo, pronunció una bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos, para que los distribuyeran a la gente. Todos comieron hasta saciarse; y con los pedazos que habían sobrado, se llenaron doce canastos. (Mateo 14, 14-20)
Lecturas consultadas en:
Id y enseñad,
La Biblia Latinoamérica,
La Biblia de las Américas y
Nuevo Misal del Vaticano II

Primera multiplicación del pan
(Mateo 14)
..."denles ustedes de comer..." No tenemos aquí, más que cinco panes y dos pescados... Y todos comieron, hasta saciarse. (v 16. 17. 20)
Todos fueron saciados
Un día Jesús, se retira a un lugar solitario, en el mar de Galilea. Pero cuando va a desembarcar, se encuentra con una gran multitud que le espera. Él sintió compasión de ellos y curó a sus enfermos. Les habla, del Reino de Dios. Pero entretanto, atardece. Los apóstoles, sugieren despedir a la multitud, para que se procure comida en los pueblos cercanos. Pero Jesús, les deja de piedra diciendo, de forma que todos oigan: ¡Denles ustedes de comer! Y los discípulos, responden desconcertados: ¡No tenemos más que cinco panes y dos peces! Jesús ordena, que se los lleven. Invita a todos, a sentarse. Toma los cinco panes y los dos peces, ora, da gracias al Padre, después ordena distribuir todo a la multitud.
Todos comieron y se saciaron; y recogieron de los trozos sobrantes, doce canastos llenos. Son cinco mil hombres, sin contar, dice el Evangelio, a las mujeres y a los niños. ¡Es el picnic, más gozoso en la historia del mundo! ¿Qué nos enseña, este pasaje del Evangelio? Primero, que Jesús se preocupa y siente compasión de todo el hombre, cuerpo y alma. A las almas, Jesús distribuye la Palabra, a los cuerpos la curación y el alimento. Surge, por lo tanto, objetar: ¿Por qué, no lo hace también hoy? ¿Por qué, no multiplica el pan para tantos millones de hambrientos, que hay en la tierra?
El Evangelio de la multiplicación de los panes, contiene un detalle, que nos puede ayudar, a encontrar la respuesta. Jesús, no chasqueó simplemente los dedos e hizo aparecer, como por arte de magia, panes y peces a voluntad. Preguntó a sus discípulos, qué tenían; invitó a compartir, lo poco que tenían: cinco panes y dos peces.
Lo mismo, hace hoy. Pide que pongamos en común, los recursos de la tierra. Es archisabido que, al menos, desde el punto de vista alimentario, nuestra tierra sería capaz de mantener, a más miles de millones de seres humanos, que los actuales. Pero, ¿Cómo podemos acusar a Dios, de no proporcionar pan suficiente para todos, cuando cada año, destruimos millones de toneladas de provisiones alimentarias, que llamamos excedentes, para no bajar los precios? Se necesita una mejor distribución, una mayor solidaridad y compartir: la solución está ahí.
Lo sé, no es tan sencillo. Existe la manía de los armamentos, hay gobernantes irresponsables, que contribuyen, a mantener muchas poblaciones en el hambre. Pero una parte de responsabilidad, cae también en los países ricos. Nosotros somos ahora, aquella persona anónima (un niño, según uno de los evangelistas) que tiene cinco panes y dos peces; sólo que los mantenemos apretados y nos guardamos bien de entregarlos, para que sean divididos entre todos.
Por el modo, en que está descrita (tomó los cinco panes y los dos peces; y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición; y partiendo los panes, se los dio a los discípulos) la multiplicación de los panes y los peces, ha hecho siempre pensar, en la multiplicación de ese otro pan, que es el cuerpo de Cristo. Por esto, las más antiguas representaciones de la Eucaristía, nos muestran un canasto con cinco panes; y a los lados, dos peces, como el mosaico descubierto en Tabga, Palestina; en la iglesia erigida, en el lugar de la multiplicación de los panes o en el fresco de las catacumbas de Priscila.
En el fondo, también lo que estamos haciendo, en este momento, es una multiplicación de los panes: el pan de la palabra de Dios. Yo he partido el pan de la palabra y la imprenta ha multiplicado mis palabras, de modo que más de cinco mil hombres, también esta vez, han comido y se han saciado. Queda una tarea: recoger los trozos sobrantes, hacer llegar la palabra igualmente, a quien no ha participado en el banquete. Hacerse repetidores y testigos del mensaje.
Adaptación del texto de la Homilía del
P. Raniero Cantalamessa, ofmcap
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