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Homilía del día domingo, 22 de diciembre - 2019

  • Eduardo Ibáñez García
  • 21 dic 2019
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 16 may 2021

Día del Señor


Tiempo de Adviento – Ciclo A

Cuarto domingo

22 de diciembre – 2019

  • Primera lectura: 7, 10-14

El profeta Isaías, proclama que, esto dice el Señor, "...les daré una señal: He aquí, que la virgen concebirá y dará a luz un hijo; y le pondrán el nombre de Emmanuel, que quiere decir Dios-con-nosotros”. (Isaías 7, 14)

  • Salmo: 23, 1-6

¿Quién subirá, hasta el monte del Señor? ¿Quién podrá entrar, en su recinto santo? El de corazón limpio y manos puras y que no jura en falso. El Señor, liberta a los cautivos. Ya llega el Señor, el rey de la gloria. (Salmo 23, 3-4)

  • Segunda lectura: Romanos 1, 1-7

San Pablo Apóstol, siervo de Cristo Jesús, llamado a ser escogido para anunciar el Evangelio de Dios. Ese Evangelio, que, anunciado de antemano por los profetas en las Sagradas Escrituras, se refiere a su Hijo, Jesucristo, nuestro Señor, que nació, en cuanto a su condición de hombre, del linaje de David, y en cuanto a su condición de espíritu santificador, se manifestó con todo su poder como Hijo de Dios, a partir de su resurrección de entre los muertos. (Romanos 1, 3-4)

  • Evangelio: San Mateo 1, 18-24

El evangelista San Mateo, proclama que, Cristo vino al mundo, de la siguiente manera: María, esposa de José, ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”. (Mateo 1, 20-21)


Lecturas consultadas en:


Id y enseñad,

La Biblia Latinoamérica,

La Biblia de las Américas y

Nuevo Misal del Vaticano II

 

El nacimiento, de Jesucristo


En nuestra vida, es la Esperanza teologal, es el hilo de lo alto, que sustenta toda la trama de nuestras esperanzas.

 

Hay algo, que une las tres lecturas de este domingo; en cada una se habla de un nacimiento: He aquí que una Virgen está encinta y va a dar a luz un hijo; y le pondrá por nombre Emmanuel, Dios-con-nosotros (I lectura); Jesucristo... nacido de la estirpe de David, según la carne (II lectura); El nacimiento de Jesucristo, fue de esta manera... (Evangelio). ¡Podríamos llamarlo domingo de los nacimientos!


Es inevitable, plantearse inmediatamente la pregunta ¿Por qué nacen tan pocos niños, en los países occidentales? El principal motivo, de la escasez de nacimientos, no es de tipo económico. Los nacimientos deberían aumentar, a medida que se camina, hacia las franjas más elevadas de la sociedad; o según se va del Sur o al Norte del mundo; y en cambio, sabemos que ocurre, exactamente, lo contrario.


El motivo, es más profundo; es la falta de esperanza, poca confianza en el futuro, impulso vital, creatividad, poesía y alegría de vivir. Si casarse es siempre un acto de fe, traer al mundo un hijo, es siempre un acto de esperanza.


Nada se hace en el mundo, sin esperanza. Necesitamos de la esperanza, como del aire para respirar. Cuando una persona está a punto de desmayarse, se grita a quienes están cerca: ¡Denle aire! Lo mismo se debería hacer, con quién está a punto de dejarse ir, de rendirse ante la vida: ¡Denle un motivo de esperanza! Cuando en una situación humana renace la esperanza, todo parece distinto, aunque nada, de hecho, haya cambiado. La esperanza, es una fuerza primordial, literalmente, hace milagros.


El Evangelio, tiene algo esencial, que ofrece a nuestra gente, en este momento de la historia: la ESPERANZA con mayúsculas, virtud teologal; o sea, que tiene por autor y garante a Dios mismo. Las esperanzas terrenas (casa, trabajo, salud, el éxito de los hijos...), aunque se realicen, inexorablemente, desilusionan si no hay algo más profundo, que las sustente y las eleve. Miremos, lo que sucede con la tela de araña; es una obra de arte, perfecta en su simetría, elasticidad, funcionalidad, tensa desde todos los puntos, por hilos que tiran de ella horizontalmente. Se sujeta en el centro, por un hilo desde arriba; el hilo que la araña, ha tejido descendiendo. Si uno desprende, uno de los filamentos laterales, la araña sale, lo repara rápidamente y vuelve a su sitio. Pero si se rompe ese hilo de lo alto, todo se distiende. La araña sabe que no hay nada que hacer y se aleja. La Esperanza teologal, es el hilo de lo alto en nuestra vida, lo que sustenta toda la trama de nuestras esperanzas.


En este momento, en que sentimos tan fuerte, la necesidad de esperanza; la fiesta de Navidad, puede representar la ocasión, para una inversión de ponerse en marcha. Recordemos, lo que dijo un día Jesús: Quien recibe a un niño en mi nombre, a mí me recibe. Esto vale, para quien acoge a un niño pobre y abandonado, para quien adopta o alimenta a un niño del Tercer Mundo; pero vale sobre todo, para los padres cristianos que, amándose en fe y esperanza, se abren a una nueva vida. Muchas parejas, que cuando se anunció el embarazo, se han visto por un momento llenas de confusión, estoy seguro de que sentirán, que pueden hacer propias, las palabras de la profecía navideña de Isaías: ¡Acrecentaste el gozo, hiciste grande la alegría, porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado!

Adaptación del texto de la

Homilía del P. Raniero Cantalamessa, ofmcap

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