¡Conviértanse y crean en el Evangelio! Domingo, 24 de enero 2021 - (Homilía)
- Eduardo Ibáñez García
- 23 ene 2021
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 31 ene 2021
Día del Señor
Tiempo Ordinario I – Ciclo B
Tercer domingo
24 de enero – 2021
Primera lectura: Jonás 3, 1-5. 10
El Señor, volvió a hablar a Jonás y le dijo: “Levántate y vete a Nínive, la gran capital, para anunciar ahí, el mensaje que te voy a indicar”. Se levantó Jonás y se fue a Nínive, como le había mandado el Señor… Jonás caminó por la ciudad durante un día, pregonando: Dentro de cuarenta días Nínive será destruida. Los ninivitas creyeron en Dios, ordenaron un ayuno y se vistieron de sayal, grandes y pequeños. Cuando Dios vio sus obras y cómo se convertían de su mala vida, cambió de parecer y no les mandó el castigo que había determinado imponerles. (Jonás 3, 1-2. 4-5)
Salmo: 24, 4-9
Descúbrenos, Señor, tus caminos. Descúbrenos, Señor, tus caminos, guíanos con la verdad de tu doctrina. Tú eres nuestro Dios y salvador y tenemos en ti nuestra esperanza. (Salmo 24, 4-5)
Segunda Lectura: 1 Corintios 7, 29-31
San Pablo, apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, a los corintios les dice: Hermanos: la vida es corta, por tanto, conviene que los casados, vivan como si no lo estuvieran; los que sufren, como si no sufrieran; los que están alegres, como si no se alegraran; los que compran, como si no compraran; los que disfrutan del mundo, como si no disfrutaran de él; porque este mundo que vemos, es pasajero. (1 Corintios 7, 29-31)
Evangelio: San Marcos 1, 14-20
El evangelista San Marcos, proclama que, después de que arrestaron a Juan el Bautista, Jesús, se fue a Galilea, para predicar el Evangelio de Dios y decía: “Se ha cumplido el tiempo y el Reino de Dios ya está cerca. Arrepiéntanse y crean en el Evangelio” …Vio a Simón y a su hermano, Andrés, echando las redes en el lago, pues eran pescadores. Jesús les dijo: “Síganme y haré de ustedes pescadores de hombres”. Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Un poco más adelante, vio a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que estaban en una barca, remendando sus redes. Los llamó y ellos, dejando en la barca a su padre con los trabajadores, se fueron con Jesús. (Marcos 1, 14-15)
Lecturas consultadas en:
Id y enseñad,
La Biblia Latinoamérica,
La Biblia de las Américas y
Nuevo Misal del Vaticano II

Jesús llama, a sus cuatro primeros discípulos
(Marcos 1)
Jesús les dijo: “Síganme y haré de ustedes pescadores de hombres”. (Versículo 17)
¡Conviértanse y crean en el Evangelio!
Después de que Juan fue arrestado, Jesús, se acercó a Galilea, predicando el Evangelio de Dios y decía: El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; conviértanse y crean en la Buena Nueva. Debemos eliminar inmediatamente, los prejuicios. Primero: la conversión, no se refiere sólo a los no creyentes o a aquellos que se declaran laicos; todos indistintamente, tenemos necesidad de convertirnos; segundo: la conversión, entendida en sentido genuinamente evangélico, no es sinónimo de renuncia, esfuerzo y tristeza; sino de libertad y de alegría; no es un estado regresivo, sino progresivo.
Antes de Jesús, convertirse, significaba siempre un volver atrás (el término hebreo, shub, significa invertir el rumbo, regresar sobre los propios pasos). Indicaba el acto de quien, en cierto punto de la vida, se percata de estar fuera del camino; entonces se detiene, hace un replanteamiento; decide cambiar de actitud y regresar a la observancia de la ley y volver a entrar, en la alianza con Dios. Hace, un verdadero cambio de sentido, un giro en U. La conversión, en este caso, tienen un significado moral; consiste en cambiar las costumbres, en reformar la propia vida.
En labios de Jesús, este significado cambia. Convertirse, ya no quiere decir volver atrás, a la antigua alianza y a la observancia de la ley, sino que significa más bien, dar un salto adelante y entrar en el Reino, aferrar la salvación, que ha venido a los hombres gratuitamente, por libre y soberana iniciativa de Dios.
Conversión y salvación, se han intercambiado de lugar. Ya no está, como lo primero, la conversión por parte del hombre y por lo tanto la salvación, como recompensa de parte de Dios; sino que está primero la salvación, como ofrecimiento generoso y gratuito de Dios; y después, la conversión, como respuesta del hombre. En esto consiste el alegre anuncio, el carácter gozoso de la conversión evangélica. Dios, no espera que el hombre dé el primer paso, que cambie de vida, que haga obras buenas, casi que, la salvación sea la recompensa, debida a sus esfuerzos. No, antes está la gracia, la iniciativa de Dios. En esto, el cristianismo se distingue, de cualquier otra religión: no empieza predicando el deber, sino el don; no comienza con la ley, sino con la gracia.
Conviértanse y crean, esta frase no significa, por lo tanto, dos cosas distintas y sucesivas, sino la misma acción fundamental: ¡Conviértanse, esto es, crean! ¡Conviértanse, creyendo! La fe, es la puerta por la que se entra en el Reino. Si se hubiera, dicho: la puerta es la inocencia, la puerta es la observancia exacta, de todos los mandamientos, la puerta es la paciencia, la pureza, uno podría decir: no es para mí; yo no soy inocente, carezco de tal o cual virtud. Pero se te dice: la puerta es la fe. A nadie le es imposible creer, porque Dios nos ha creado libres e inteligentes, precisamente, para hacernos posible el acto de fe en Él.
La fe, tiene distintas caras: está la fe-asentimiento del intelecto, la fe-confianza. En nuestro caso, se trata de una fe-apropiación. O sea, de un acto por el que uno se apropia, casi por prepotencia, de algo. San Bernardo, hasta utiliza el verbo usurpar: ¡Yo, lo que no puedo obtener por mí mismo, lo usurpo del costado de Cristo!
Convertirse y creer, significa hacer propiamente, un tipo de acción repentina e ingeniosa. Con ella, antes aún de habernos fatigado y adquirido méritos, conseguimos la salvación, nos apropiamos incluso, de un reino. Y es Dios mismo, quien nos invita a hacerlo; le encanta ver este ingenio y es el primero en sorprenderse, de que tan pocos lo realicen.
¡Conviértanse! no es, como se ve, una amenaza, una cosa que ponga triste y obligue a caminar, con la cabeza agachada y por ello a tardar, lo más posible. Al contrario, es una oferta increíble, una invitación a la libertad y a la alegría. Es la buena noticia de Jesús, a los hombres de todos los tiempos.
Adaptación del texto de la homilía del P. Raniero Cantalamessa, ofmcap
Comments