La Ascensión, del Señor. (Homilía dominical)
- Eduardo Ibáñez García
- 15 may 2021
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 20 jul 2021
Dia del Señor
Tiempo de Pascua de Resurrección – Ciclo B
Séptimo domingo
16 de mayo 2021 – La solemnidad, de La Ascensión del Señor
Primera lectura: Hechos de los apóstoles 1, 1-11
San Lucas, nos dice que, Jesús, a los que estaban reunidos, les dijo: …Cuando el Espíritu Santo, descienda sobre ustedes, los llenará de fortaleza y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los últimos rincones de la tierra. Dicho esto, se fue elevando a la vista de ellos, hasta que una nube, lo ocultó a sus ojos. (Hechos 1, 8-10)
Salmo: 46, 2-3. 6-9
Entre voces de júbilo, Dios asciende a su trono. Aleluya. Entre voces de júbilo y trompetas, Dios, el Señor, asciende hasta su trono. Cantemos, en honor de nuestro Dios, al rey honremos y cantemos todos. (Salmo: 46, 6-7)
Segunda lectura: Efesios 4, 1-13
San Pablo, apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, a los colosenses les dice: Hermanos: Yo, Pablo, prisionero por la causa del Señor, los exhorto, a que lleven una vida digna, del llamamiento que han recibido. Él fue, quien concedió a unos ser apóstoles; a otros, ser profetas; a otros, ser evangelizadores; a otros, ser pastores y maestros. Y esto, para capacitar a los fieles, a fin de que, desempeñando debidamente su tarea, construyan el cuerpo de Cristo, hasta que todos, lleguemos a estar unidos en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios; y así, lleguemos a ser hombres perfectos, que alcancemos en todas sus dimensiones, la plenitud de Cristo. (Efesios 4, 7-9)
Evangelio: San Marcos 16, 15-20
El evangelista San Marcos, proclama que, se apareció Jesús, a los Once y les dijo: “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda creatura. El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado”. El Señor Jesús, después de hablarles, subió al cielo y está sentado, a la derecha de Dios. Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes; y el Señor, actuaba con ellos y confirmaba su predicación, con los milagros que hacían. (Marcos 16, 15-16. 19-20)
Lecturas consultadas en:
Id y enseñad,
La Biblia Latinoamérica,
La Biblia de las Américas y
Nuevo Misal del Vaticano II

La Ascensión, del Señor
(Marcos 16)
El Señor Jesús, después de hablarles, subió al cielo y está sentado, a la derecha de Dios. (Versículo 19)
La Ascensión, del Señor
La solemnidad, de la Ascensión de Jesús al cielo, es una ocasión, para que nos aclaremos, de una vez por todas, las ideas sobre, qué entendemos por cielo. En casi todos los pueblos, el cielo se identifica, con la morada de la divinidad. También la Biblia, utiliza este lenguaje espacial. Gloria a Dios, en lo alto del cielo y paz en la tierra, a los hombres. Con la llegada de la era científica, este significado religioso, de la palabra cielo, entró en crisis. Para el hombre moderno, el cielo es el espacio, en el que se mueve nuestro planeta y todo el sistema solar; y, nada más. Conocemos, la salida atribuida a un astronauta soviético, de vuelta de su viaje por el cosmos ¡He recorrido mucho el espacio y no he encontrado, por ninguna parte, a Dios!
Así que, es importante, que intentemos aclarar, qué entendemos nosotros, los cristianos, cuando decimos Padre nuestro, que estás en los cielos; o cuando decimos, de alguien que se ha ido, al cielo. La Biblia, se adapta en estos casos, al modo de hablar popular; pero, ella bien sabe y enseña, que Dios está en el cielo, en la tierra y en todo lugar; que es Él, quien ha creado, los cielos; y si los ha creado, no puede estar, encerrado en ellos. Que Dios esté en los cielos, significa, que vive en una luz inaccesible; que dista de nosotros, cuanto el cielo se eleva, sobre la tierra. En otras palabras, que es infinitamente, diferente de nosotros. El cielo, en sentido religioso, es más un estado, que un lugar. Dios, está fuera del espacio y del tiempo; y así, es su paraíso.
A la luz, de lo que hemos dicho ¿Qué significa proclamar, que Jesús subió al cielo? La respuesta, la encontramos en el Credo: Subió al cielo, y está sentado, a la derecha del Padre. Que Cristo, haya subido al cielo, significa que, está sentado, a la derecha del Padre; esto es, que también como hombre, ha entrado en el mundo de Dios; que ha sido constituido, como dice San Pablo, en la segunda lectura, Señor y cabeza de todas las cosas. Jesús, subió al cielo, pero sin dejar la tierra. Sólo ha salido, de nuestro campo visual. Él mismo, nos asegura: He aquí, que yo estoy con ustedes, todos los días, hasta el fin del mundo (Mateo 28, 16-20).
Las palabras del ángel –Galileos ¿Qué hacen, mirando al cielo?– contienen, por lo tanto, una advertencia, si no un velado reproche, no hay que quedarse mirando arriba, al cielo, como para descubrir, dónde va a estar Cristo, sino más bien, vivir en espera de su retorno, proseguir su misión, llevar su Evangelio, hasta los confines de la tierra, mejorar la calidad, de la vida en la tierra.
Cuando se trata de nosotros, irse al cielo o al paraíso, significa, ir a estar con Cristo (Filipenses 1, 23). Voy a prepararles, un lugar... para que, donde esté yo, estén también ustedes (Juan 14, 2-3). El cielo, entendido, como lugar de descanso, de la recompensa eterna de los buenos, se forma en el momento, en que Cristo resucita y sube al cielo. Nuestro verdadero cielo, es Cristo resucitado, con quien iremos a reunirnos y a hacer cuerpo, después de nuestra resurrección; y de manera provisional e imperfecta, inmediatamente, tras la muerte. Por lo tanto, Jesús, no ascendió a un cielo ya existente, que le esperaba, sino que fue a formar e inaugurar el cielo, para nosotros.
Hay quien se pregunta, pero ¿Qué haremos en el cielo, con Cristo, toda la eternidad? ¿No nos, aburriremos? Respondo: ¿Aburre tal vez, estar bien y con óptima salud? Pregúntenle, a los enamorados, si se aburren de estar juntos. Cuando sucede, que se vive, un momento de intensísima y pura alegría ¿No nace, a lo mejor, en nosotros, el deseo de que, dure para siempre, de que no acabe jamás? Aquí abajo, tales estados no duran para siempre, porque no existe objeto, que pueda satisfacer indefinidamente. Con Dios, es diferente. Nuestra mente, hallará en Él, la Verdad y la Belleza, que nunca acabará de contemplar; y nuestro corazón, el Bien, del que jamás, se cansará de gozar.
Adaptación del texto de la homilía de P. Raniero Cantalamessa, ofmcap
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