La Asunción de la Virgen María, al cielo. (Homilía dominical)
- Eduardo Ibáñez García
- 14 ago 2021
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 12 sept 2021
Dia del Señor
Tiempo ordinario II – Ciclo B
Vigésimo domingo
15 de agosto 2021 – Solemnidad de, la Asunción de la Virgen María
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espiritu Santo. Amen
Oración:
Dios todopoderoso y eterno, que elevaste a la gloria celestial, en cuerpo y alma, a la inmaculada Virgen María, Madre de tu Hijo, concédenos tender siempre, hacia los bienes eternos, para que merezcamos, participar de su misma gloria. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.
Primera lectura: Apocalipsis 11, 19. 12, 1. 3-6. 10
San Juan, apóstol de Jesucristo, proclama que, Se abrió, el templo de Dios en el cielo y dentro de él, se vio el arca de la alianza. Apareció entonces en el cielo, una figura prodigiosa: una mujer, envuelta por el sol, con la luna bajo sus pies y con una corona de doce estrellas en la cabeza. Estaba encinta, a punto de dar a luz y gemía con los dolores del parto. La mujer, dio a luz un hijo varón… Entonces, oí en el cielo una voz poderosa, que decía: Ha sonado, la hora de la victoria de nuestro Dios, de su dominio, de su reinado y del poder de su Mesías (Apocalipsis 11, 19. 12, 1-2. 5. 10).
Salmo: 44, 10-12. 16
De pie, a tu derecha, está la reina. Hijas de reyes, salen a tu encuentro. De pie, a tu derecha, está la reina, enjoyada con oro de Ofir (Salmo: 44, 10).
Segunda lectura: 1 Corintios 15, 20-27
San Pablo, apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, a los corintios les dice: Hermanos: En efecto, así como en Adán, todos mueren; así en Cristo, todos volverán a la vida; pero cada uno, en su orden: primero Cristo, como primicia; después, a la hora de su advenimiento, los que son de Cristo. Enseguida, será la consumación, cuando, después de haber aniquilado, todos los poderes del mal, Cristo, entregue el Reino a su Padre (1 Corintios 15, 22-26).
Evangelio: San Lucas 1, 39-56
El evangelista San Lucas, proclama que, María, dijo: Desde ahora, me llamarán dichosa todas las generaciones, porque ha hecho en mí grandes cosas, el que todo lo puede. Santo es su nombre y su misericordia, llega de generación en generación, a los que lo temen. Ha hecho sentir, el poder de su brazo: dispersó a los de corazón altanero, destronó a los potentados y exaltó a los humildes. A los hambrientos, los colmó de bienes y a los ricos, los despidió sin nada (Lucas 1, 48-53).
Lecturas consultadas en:
Id y enseñad,
La Biblia Latinoamérica,
La Biblia de las Américas y
Nuevo Misal del Vaticano II

La fiesta de la Asunción, de la Santísima Virgen María, se celebra en toda la Iglesia, el 15 de agosto. Esta fiesta, tiene un doble objetivo: La feliz partida de María de esta vida y la asunción, de su cuerpo al cielo.
Mi espíritu, exulta (muestra gozo) en Dios
Desearía hacer hincapié, en un aspecto de la gloria de María, especialmente, actual en el tiempo en que vivimos. Jesús, nació de María Virgen. Por lo tanto, María, no reparte con nadie, tampoco con un hombre, el privilegio, de haber dado la vida humana, al Hijo de Dios. La carne y la sangre de Cristo, que recibimos en la Eucaristía, es carne de su carne y sangre de su sangre, fruto exclusivo de su seno. Es lo que proclamamos, cada vez que rezamos el Ave María: ...y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
En la creación, la mujer, Eva, nace del hombre, sin concurso de mujer; en la redención es el hombre, Cristo, quien nace de la mujer, sin concurso de hombre. Sublime condición de paridad, entre los sexos –hoy, se diría igualdad de oportunidades– realizada por Dios. Se ha visto a veces, en el relato bíblico, del nacimiento de la mujer, a partir de la costilla de Adán, una señal de inferioridad, de la mujer respecto al hombre. Esta perplejidad desaparece, si tenemos en cuenta que, en la nueva creación, es el hombre, Cristo, quien es nacido del seno de una mujer, aunque, en cuanto Dios, preexistente a ella.
San Pablo, escribe: Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer (Gálatas 4, 4). Si hubiera, dicho: nacido de María, se habría tratado, de un simple detalle biográfico; al decir, nacido de mujer, dio a su afirmación, un alcance universal e inmenso. Es la mujer misma, cada mujer, la que ha sido elevada, en María, a tan increíble altura. María, es aquí la mujer. Se habla mucho hoy, de la promoción de la mujer, que es ciertamente, uno de los signos de los tiempos, que más honran nuestra época. ¡Pero qué atrasados vamos, respecto a Dios! También Dante Alighieri, se dirige a la Virgen, llamándola no con el nombre propio de María, sino con el universal de Mujer:
Donna, se' tanto grande e tanto vali, che qual vuol grazia e a te non ricorre, sua disianza vuol volar sanz'ali.
Mujer, eres tan grande y tanto vales, que quien desea una gracia y no recurre a ti, quiere que su deseo vuele sin alas.
Surge el interrogante, del sentido que tiene, una fiesta de María en Ferragosto (el 15 de agosto), en el día más turístico y en cierto sentido, el más profano del año. Yo le veo un sentido y bellísimo. Lo que estos días, empuja a los turistas, hacia las montañas y el mar o hacia las ciudades de arte, es la búsqueda de la belleza, ya sea de la naturaleza o aquella creada por el genio humano. La fiesta de la Asunción, no pretende crear un estorbo a esta belleza o disminuir, nuestra admiración. Pero nos invita, a no pararnos ahí, sino a hacer una escala, para elevarnos a una belleza, aún más sublime; que ni el tiempo, ni las fuerzas de la naturaleza, pueden amenazar. La contemplación de María en Ferragosto, nos salva, en cierto sentido, de la melancolía. Nos dice que, cuando nuestros ojos se cierren, a estas bellezas creadas, se abrirán a la visión de otra belleza, que no decae, aquella en la que María, entró en su Asunción al cielo.
Adaptación del texto de la homilía del
P. Raniero Cantalamessa, ofmcap
Comments