La exaltación, de Cristo en la Cruz. Lunes, 3 de mayo 2021 (Reflexión)
- Eduardo Ibáñez García
- 2 may 2021
- 3 Min. de lectura
Tiempo de Pascua – Ciclo B
Quinta semana
Lunes, 3 de mayo 2021 – Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz
Primera lectura: Filipenses 2, 6-11
San Pablo, apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, a los filipenses les dice: Hermanos, así, hecho un ser humano, se humilló a sí mismo y por obediencia, aceptó incluso la muerte; y, una muerte de cruz. Por eso Dios, lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre, que está sobre todo nombre, para que, al nombre de Jesús, todos doblen la rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos; y todos, reconozcan públicamente, que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. (Filipenses 2, 7-10)
Salmo: 77, 1-2. 34-38
No olvidemos, las hazañas del Señor. Pero él sentía lástima de ellos, les perdonaba su culpa y no los destruía. Muchas veces dominó su ira y apagó el furor de su cólera. (Salmo: 77, 1-2)
Evangelio: San Juan 3, 13-17
El evangelista San Juan, proclama que, Jesús, dijo a Nicodemo: “Nadie, ha subido al cielo, sino el Hijo del hombre, que bajó del cielo y está en el cielo... Porque, tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él, no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios, no envió a su Hijo, para condenar al mundo, sino para que el mundo, se salvara por él”.(Juan 3, 13. 16-17)
Lecturas consultadas en:
Id y enseñad,
La Biblia Latinoamérica,
La Biblia de las Américas y
Nuevo Misal del Vaticano II


La exaltación, de Cristo en la Cruz
La llamada a la fe, está formulada de tal modo, que pasa a ser, un requerimiento actual a todos los hombres que, entre las tinieblas del mundo, suspiran por la luz verdadera. En esta secuencia de ideas, el versículo 32, del Capítulo 12 de San Juan, tiene una fuerza reveladora culminante: Y yo, cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí. Es, en efecto, uno de los textos más representativos, de algo característico del Cuarto Evangelio, subrayado por toda la Tradición; a saber, que es precisamente en la Cruz, donde comienza a revelarse la gloria y el triunfo de Cristo.
Con gran fuerza creadora, ha encontrado el evangelista San Juan, una conclusión adecuada, al ministerio público de Jesús: es una mirada, a su muerte en cruz (Juan 12, 24. 33), pero que él considera, como la hora de la exaltación, del Hijo del hombre (Juan 12, 23. 32);y, por ende, de la glorificación y triunfo de Jesús. (Juan 12, 31-36).
De la muerte brotará la vida, como lo evidencia, la imagen del grano de trigo (Juan 12, 24); y no sólo para Jesús, sino para todos los que le siguen y sirven (Juan 12, 26). La glorificación de Jesús, se contempla aquí, sobre todo en su fecundidad universal, en la atracción que ejerce, sobre todos los hombres dispuestos a creer. La victoria, sobre el adversario de Dios, el señor de este mundo (Juan 12, 31), se convierte, en una victoria misionera en el mundo humano, como lo subraya el evangelista, contemplando su propio tiempo.
El enfrentamiento con el judaísmo, persiste hasta la última frase (Juan 12, 34-36); pero la llamada a la fe, está formulada de tal modo, que pasa a ser un requerimiento actual, para todos los hombres que, entre las tinieblas del mundo, suspiran por la luz verdadera. En esta secuencia de ideas, el versículo 32, tiene una fuerza reveladora culminante: Y yo, cuando sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí. Es, en efecto, uno de los textos más representativos, de algo característico del Cuarto Evangelio, subrayado por toda la Tradición, a saber, que es precisamente en la Cruz, donde comienza a revelarse, la gloria y el triunfo de Cristo.
La exaltación, en nuestro versículo, se refiere, pues, de manera inmediata, a la elevación de Cristo en la Cruz. Pero esa cruz, alzada sobre la tierra, aunque no es todavía, formalmente la glorificación de Jesús, apunta cristológicamente, a la resurrección y ascensión de Jesús al Padre; es decir, a la glorificación de Cristo, en sentido estricto; pues la Cruz, al ser el lugar, eminente de la obediencia de Cristo al Padre, se constituye, por ello mismo, en el camino de la glorificación de Jesús, anticipando la gloria de Cristo, a los ojos de la fe.
Esta Cruz es gloriosa, porque en ella se revela, con la máxima intensidad, el misterio del infinito amor de Dios a la humanidad y a toda la creación: Tanto amó Dios al mundo, que le dio a su Hijo Unigénito (Juan 3, 16); en la Cruz, el Padre glorifica al Hijo, proclamándole Salvador del mundo.
Adaptación del texto de PEDRO RODRIGUEZ
La «exaltación» de Cristo en la Cruz Juan 12,32
en la experiencia espiritual, del Beato Josemaría Escrivá de Balaguer

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