La Iglesia, profesa la misericordia de Dios. Jueves, 16 de de septiembre 2021 (Reflexión)
- Eduardo Ibáñez García
- 15 sept 2021
- 3 Min. de lectura
Tiempo Ordinario – Ciclo B
Decimocuarta semana
Jueves, 16 de junio 2021 – Memoria de, San Cornelio y San Cipriano
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espiritu Santo. Amen
Oración:
Dios nuestro, que en los santos Cornelio y Cipriano, diste a tu pueblo, pastores llenos de celo y mártires victoriosos; concédenos, por su intercesión, ser fortalecidos en la fe y la constancia, para trabajar esforzadamente, por la unidad de la Iglesia. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.
Primera lectura: 1 Timoteo 4, 12-16
San Pablo, apóstol de Jesucristo, a Timoteo le dice, Querido hermano: Que nadie, te desprecie por tu juventud. Procura ser un modelo, para los fieles, en tu modo de hablar y en tu conducta; en el amor, en la fe y en la castidad. Cuida de tu conducta y de tu enseñanza; y sé perseverante, pues obrando así, te salvarás a ti mismo y a los que te escuchen (1 Timoteo 4, 12. 16).
Salmo: 110, 7-10
Los mandamientos, del Señor, son dignos de confianza. Justas y verdaderas, son las obras del Señor; son dignos de confianza sus mandatos, pues nunca pierden su valor y exigen ser fielmente ejecutados (Salmo: 100, 7-8).
Evangelio: San Lucas 7, 36-50
El evangelista San Lucas, proclama que, un fariseo, Simón; invitó a Jesús, a comer con él. Una mujer, conocida como una pecadora, cuando supo que Jesús, iba a comer ese día, en casa del fariseo, tomó consigo, un frasco de alabastro con perfume, fue y se puso detrás de Jesús; y comenzó a llorar, y con sus lágrimas, bañaba sus pies; los enjugó con su cabellera, los besó y los ungió con el perfume… señalando a la mujer, dijo a Simón: “¿Ves, a esta mujer? Entré en tu casa y tú no me ofreciste agua para los pies…” “Por lo cual, yo te digo: sus pecados, que son muchos, le han quedado perdonados, porque ha amado mucho… En cambio, al que poco se le perdona, poco ama.” Luego, le dijo a la mujer: “Tus pecados, te han quedado perdonados.” (Lucas 7, 36-38. 44. 47-48).
Lecturas consultadas en:
Id y enseñad,
La Biblia Latinoamérica,
La Biblia de las Américas y
Nuevo Misal del Vaticano II


La amistad de San Cipriano, fue el gran apoyo del Papa San Cornelio, como Supremo Pontífice y como defensor de la Iglesia, contra el rigorismo de Novaciano; y la estrecha asociación entre ambos, se ha reconocido, desde entonces, como muy valiosa. El santo Papa, sufrió muchas penurias, fatigas y sufrimientos en su destierro, para luego ser decapitado. El Obispo, se mantuvo firme, en su fe, por lo que fue decapitado.
La Iglesia, profesa la misericordia de Dios
Revelada en Cristo crucificado y resucitado, no sólo con la palabra de sus enseñanzas, sino, por encima de todo, con la más profunda pulsación de la vida, de todo el Pueblo de Dios. Mediante este testimonio de vida, la Iglesia, cumple la propia misión del Pueblo de Dios, misión que es participación; y, en cierto sentido, continuación, de la misión mesiánica del mismo Cristo.
Precisamente, porque existe el pecado en el mundo, al que Dios amó tanto... que lo dio su Hijo unigénito (Juan 3, 16); Dios, que es amor (Juan 4, 8), no puede revelarse de otro modo, si no es como misericordia. Esta corresponde, no sólo con la verdad más profunda, de ese amor que es Dios, sino también, con la verdad interior del hombre y del mundo, que es su patria temporal… Por tanto, la Iglesia profesa y proclama la conversión.
La conversión a Dios, consiste siempre, en descubrir su misericordia, es decir, ese amor, que es paciente y benigno (1 Corintios 13, 4), a medida del Creador y Padre: el amor, al que Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo(2 Corintios 1, 3), es fiel hasta las últimas consecuencias, en la historia de la alianza con el hombre: hasta la cruz, hasta la muerte y la resurrección de su Hijo.
La conversión a Dios, es siempre fruto, del reencuentro de este Padre, rico en misericordia (Efesios 2, 4). El auténtico conocimiento de Dios, Dios de la misericordia y del amor benigno, es una constante e inagotable fuente de conversión, no solamente como momentáneo acto interior, sino también como disposición estable, como estado de ánimo. Quienes llegan, a conocer de este modo a Dios, quienes lo ven así, no pueden vivir, sino convirtiéndose sin cesar a Él. Viven pues, in statu conversionis; es este estado, el que traza, la componente más profunda, de la peregrinación de todo hombre, por la tierra in statu viatoris.
Es evidente, que la Iglesia, profesa la misericordia de Dios, revelada en Cristo crucificado y resucitado, no sólo con la palabra de sus enseñanzas, sino, por encima de todo, con la más profunda pulsación de la vida, de todo el Pueblo de Dios. Mediante este testimonio de vida, la Iglesia, cumple la propia misión del Pueblo de Dios, misión que es participación; y, en cierto sentido, continuación, de la misión mesiánica del mismo Cristo.
Adaptación del texto de
San Juan Pablo II (1920-2005)
Papa
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