La inmensidad, de la pasión de Jesús. Viernes, 26 de marzo 2021 (Reflexión)
- Eduardo Ibáñez García
- 25 mar 2021
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 26 mar 2021
Tiempo de Cuaresma – Ciclo B
Quinta semana
Viernes, 26 de marzo 2021
Primera lectura: Jeremías 20, 10-13
El profeta Jeremías, nos dice: Mis amigos acechaban mi traspié, cuando decían, a ver si se deja seducir y lo abatiremos, lo cogeremos y nos vengaremos de él… Pero el Señor está conmigo, como fuerte soldado; mis enemigos tropezarán y no podrán conmigo. Se avergonzarán de su fracaso, con sonrojo eterno, que no se olvidará. (Jeremías 20, 10-11)
Salmo: 17, 2-7
Sálvame, Señor, en el peligro. Tú eres mi refugio, mi salvación, mi escudo, mi castillo. Cuando invoqué, al Señor de mi esperanza, al punto me libró de mi enemigo. (Salmo: 17, 3-4)
Evangelio: San Juan 10, 31-42
El evangelista San Juan, proclama que, cuando Jesús, terminó de hablar, los judíos, cogieron piedras para apedrearlo... Jesús les dijo: “Si no hago las obras de mi Padre, no me crean. Pero si las hago, aunque no me crean a mí, crean a las obras, para que puedan comprender, que el Padre está en mí y yo en el Padre”. Trataron entonces, de apoderarse de él, pero se les escapó de las mano. (Juan 10, 31. 37-38)
Lecturas consultadas en:
Id y enseñad,
La Biblia Latinoamérica,
La Biblia de las Américas y
Nuevo Misal del Vaticano II

La inmensidad, de la pasión de Jesús
Por haber sido nosotros los responsables, eso es lo que nos confunde. Pero no teman, porque esta cruz, no es mi aguijón, sino el aguijón de la muerte. Estos clavos, no me infligen dolor, lo que hacen es acrecentar en mí, el amor por ustedes. Estas llagas, no provocan mis gemidos, lo que hacen, es introducirlos más en mis entrañas. Mi cuerpo, al ser extendido en la cruz, los acoge con un seno más dilatado, pero no aumenta mi sufrimiento. Mi sangre no la pierdo, la derramo por ustedes. San Pedro Crisólogo (c. 406-450)
Jesús, padeció persecución religiosa, a manos de los líderes y conciudadanos, de su propio pueblo. Su muerte cruenta, se inscribe en la página de aquellos que, con su sangre sellaron, lo fundamental de sus convicciones de vida, lo que, en el Evangelio, se revela como su fidelidad a Dios.
Muchos estados, a lo largo de la historia, han ahogado en sangre la verdad, que denuncia sus abusos y pretensiones sin limitaciones; realizando acciones denigrantes que han llegado a lo trágico. Aunque el estado, no ha sido el único perseguidor de fieles religiosos.
El que cree en la Biblia, aparece bajo el nombre de justo y mantiene una coherencia de vida tal, que molesta a los malvados. El odio, es la reacción ante una conducta inobjetable y que se nutre de valores comunes. Solo que, en lugar de acentuar, lo que hay en común, se afilia a lo disidente, hasta llevarlo a lo intolerable. Tal vez sin llegar al derramamiento de sangre, pero en muchos de nuestros medios, se da una persecución, por motivos religiosos, que llega a convertirse en acoso y violencia auténtica.
¿Qué síntomas de intolerancia religiosa percibimos en nuestro derredor?
Adaptación del texto de Servicio Bíblico Latinoamericano

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