La Pasión, de Nuestro Señor Jesucristo. Viernes, 2 de abril 2021 (Reflexión)
- Eduardo Ibáñez García
- 1 abr 2021
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 2 abr 2021
Semana Santa – Ciclo B
La Pasión del Señor Jesús
Viernes santo, 2 de abril 2021 – Vía Crucis y Crucifixión de Jesús
Primera lectura: Isaías 52, 13-15. 53, 1-12
El profeta Isaías, proclama que el Señor dice: “He aquí, que mi siervo prosperará, será engrandecido y exaltado, será puesto en alto”. Y yo les digo, que muchos se horrorizaron al verlo, porque estaba desfigurado su semblante, que no tenía ya aspecto de hombre... lo creímos castigado y humillado por Dios, sin embargo, eran nuestras dolencias las que él llevaba, soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros, lo tuvimos traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. El soportó el castigo, que nos trae la paz. Por sus llagas, hemos sido curados.(Isaías 52, 13-14. 53, 4-5)
Salmo: 30, 2. 6. 12-13. 15-17. 25
Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. A ti, Señor, me acojo, que no quede yo nunca defraudado. En tus manos encomiendo mi espíritu y tú, mi Dios leal, me librarás. (Salmo: 30, 2. 6)
Segunda lectura: Hebreos 4, 14-16. 5, 7-9
San Pablo, apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, a los hebreos les dice; Hermanos: Jesús, el Hijo de Dios, es nuestro sumo sacerdote, que ha entrado en el cielo… Precisamente por eso, Cristo, durante su vida mortal, ofreció oraciones y súplicas, con fuertes voces y lágrimas, a aquel que podía librarlo de la muerte; y fue escuchado, por su piedad. A pesar de que era el Hijo, aprendió a obedecer padeciendo; y llegado a su perfección, se convirtió en la causa de la salvación eterna, para todos los que lo obedecen. (Hebreos 4, 14. 5, 7-9)
Evangelio: San Juan 18, 1-40. 19, 1-42
El evangelista San Juan, proclama que, esta es La Pasión de Nuestro Señor, Jesucristo…
Lecturas consultadas en:
Id y enseñad,
La Biblia Latinoamérica,
La Biblia de las Américas y
Nuevo Misal del Vaticano II

La Pasión, de Nuestro Señor Jesús
(Juan 19)

¡Fuera! ¡Crucifícalo! Pilato, replico: ¿He de crucificar, a su Rey? Los jefes de los sacerdotes, contestaron: No tenemos mas rey, que el Cesar. Entonces Pilato, les entrego a Jesús, para que lo crucificaran.
(Versículos 15-16)

Jesús, dijo: “Todo, está cumplido”. Después, inclino la cabeza y entrego el espíritu.(Versículo 30)
Pasar, de espectadores a actores
Ninguno, puede quedarse neutral; no tomar posición, es pretender una bien precisa, la de Pilatos, que se lava las manos o la de los indiferentes, que desde lejos estaban mirando (Lucas 23, 35).
No se podría explicar, de una manera mejor, el significado de la liturgia, que estamos celebrando.
¿Pero, lo que estamos haciendo, es también eso, una imagen, la representación de una realidad del pasado o es la misma realidad? ¡Las dos cosas! Nosotros -decía San Agustín al pueblo-, sabemos y creemos, con fe certera, que Cristo murió una sola vez, por nosotros... Saben perfectamente, que todo esto sucedió una sola vez y, sin embargo, la solemnidad, lo renueva periódicamente... Verdad histórica y solemnidad litúrgica, no están en conflicto entre sí; como si la segunda fuera falsa y sólo la primera, correspondiera con la verdad. De aquello, que la historia afirma, que ha sucedido, en realidad, una sola vez, la solemnidad a menudo, lo renueva en los corazones de los fieles.
La liturgia renueva el evento: ¡Cuántas discusiones, durante cinco siglos, sobre el significado de esta palabra, especialmente, cuando se aplica al sacrificio de la cruz y a la misa! Pablo VI, utilizó un verbo, que podría allanar el camino, para un entendimiento ecuménico, sobre este tema; el verbo representar, entendido en el sentido fuerte de re-presentar, es decir, hacer nuevamente presente y operante, el hecho.
Hay una diferencia sustancial, entre la representación de la muerte de Cristo y aquella, por ejemplo, de la muerte de Julio César, en la tragedia homónima de Shakespeare. Nadie atiende, siendo vivo, al aniversario de su muerte; Cristo sí, porque Él ha resucitado. Sólo Él puede decir, como lo hace en el Apocalipsis: Estuve muerto, pero ahora estoy vivo, por los siglos de los siglos (Apocalipsis 1, 18).
Debemos estar atentos, en este día, al visitar los santuarios o al participar, en las procesiones del Cristo muerto, no sea que merezcamos, el reproche que Cristo resucitado, dirige a las devotas mujeres, en la mañana de Pascua: ¿Por qué buscan, entre los muertos, al que está vivo? (Lucas 24, 5).
Es una afirmación osada, pero verdadera, la de ciertos autores ortodoxos. El Memorial litúrgico, vuelve al evento, más verdadero, de lo que sucedió estrictamente, la primera vez. En otras palabras, es más verdadero y real para nosotros, que lo revivimos según el Espíritu, de lo que era, para quienes lo vivían según la carne, antes que el Espíritu Santo, le revelara a la iglesia, el significado pleno.
Nosotros, no estamos celebrando, solamente un aniversario, sino un misterio. Y nuevamente San Agustín, explica la diferencia, entre las dos cosas. La celebración como en un aniversario, no pide otra cosa –dice– si no la deindicar, con una solemnidad religiosa, el día del año en el que se fija, el recuerdo de este hecho; en la celebración como un misterio (en sacramento), no solamente se conmemora un hecho, sino que se hace de tal manera, que se entienda su significado y sea acogido santamente.
Esto, cambia todo. No se trata solamente, de asistir a una representación, sino de acoger el significado, de pasar de espectadores a actores. Nos toca a nosotros, por lo tanto, elegir qué parte, queremos representar en el drama, quién queremos ser, si Pedro, Judas, Caifás, la muchedumbre, el Cirineo, Juan, María… Ninguno, puede quedarse neutral; no tomar posición, es pretender una bien precisa, la de Pilatos, que se lava las manos o la de los indiferentes, que desde lejos estaban mirando (Lucas 23, 35).
Si volviendo a casa esta noche, alguien nos pregunta: ¿De dónde, vienes? ¿Dónde, has estado? respondamos al menos, en nuestro corazón: ¡En el Calvario!
Todo esto, no se realiza automáticamente, solamente por el hecho, de haber participado de esta liturgia. Se trata, decía san Agustín, de acoger el significado del misterio. Esto se realiza, con la fe. No hay música, si no existe un oído, que escuche; por más, que la música de la orquesta, toque fuerte; no hay gracia, allá donde no hay, una fe que la acoja.
Adaptación del texto de Padre Raniero Cantalamessa

Comentarios