La pureza cristiana (3 y final) T-27. 29-02-2020
- Eduardo Ibáñez García
- 28 feb 2020
- 2 Min. de lectura

El amor fraterno y la pureza de las costumbres cristianas

La inocencia y sencillez, de la madre de Jesús
La pureza cristiana, convertía a los paganos, hoy la revolución sexual, es contra Dios
Este texto contiene, un mensaje totalmente contrario a la cultura dominante, ese pansexualismo de ciertas teorías pseudocientíficas y permisivistas, que niega toda norma objetiva, en materia de moral sexual, reduciendo todo a un hecho, de evolución espontánea de las costumbres; es decir, a un asunto de cultura.
Pero, si examinamos de cerca, lo que se llama la revolución sexual de nuestros días; nos damos cuenta, con pavor, de que no es simplemente una revolución contra el pasado, sino que es también, a menudo, una revolución contra Dios: se hace al grito de ¡Mi cuerpo es mío!, lo cual es exactamente, la antítesis de la verdad establecida sobre la palabra de Dios, es decir, que nosotros no somos nuestros, que no nos pertenecemos, porque somos de Cristo.
3. Lo que admiraban los paganos, fortificó la familia
Padre Raniero Cantalamessa, ofmcap
La obediencia a Dios, es la obediencia que podemos hacer siempre.
Lo que admiraban los paganos, fortificó la familia
En esta última parte de mi meditación, me permito recordarles que, además del anuncio de la Palabra (el kerigma) y el testimonio del martirio, lo que llevó a los cristianos a transformar el mundo, las cosas que más admiraban y convertían a los paganos, fueron el amor fraterno y la pureza de las costumbres, esto es, el tenor de vida puro y casto de los cristianos.
Era, para los paganos, algo extraordinario e increíble, y tuvo un impacto extraordinario sobre la sociedad pagana, porque su fruto fue el saneamiento de la familia.
Nostalgia de la inocencia
Los invitó así, a testimoniar al mundo, la inocencia originaria de las criaturas y de las cosas; pero no solo con una mentalidad en negativo, ante el hecho de que, el mundo ha caído muy bajo; y el sexo, se nos ha subido a todos al cerebro, en una especie de embotamiento y borrachera de sexo; sino con una mentalidad en positivo: Hay que despertar en el hombre, la nostalgia de inocencia y sencillez, que él lleva anhelante en su corazón, aunque muy a menudo recubierta de barro. No de una inocencia de creación, que ya no existe, sino de una inocencia de redención, que nos fue devuelta por Cristo y que se nos ofrece, en los sacramentos y en la Palabra de Dios.
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