Les envió, de dos en dos. (Homilía dominical)
- Eduardo Ibáñez García
- 10 jul 2021
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 20 jul 2021
Dia del Señor
Tiempo Ordinario II – Ciclo B
Decimoquinto domingo
11 de julio 2021
Primera lectura: Amós 7, 12-15
El profeta Amos, nos dice que, Amasías, sacerdote de Betel, le dijo: Vete de aquí, visionario; y huye, al país de Judá; gánate allá el pan, profetizando; pero no vuelvas a profetizar en Betel, porque es santuario del rey y templo del reino. Le respondí: Yo no soy profeta, ni hijo de profeta, sino pastor y cultivador de higos. El Señor, me sacó de junto al rebaño y me dijo: “Ve y profetiza a mi pueblo, Israel.” (Amós 7, 12-15).
Salmo: 84, 9-14
Muéstranos, Señor, tu misericordia. Cuando el Señor, nos muestre su bondad, nuestra tierra producirá su fruto. La justicia, le abrirá camino al Señor e irá siguiendo sus pisadas. (Salmo: 84, 13-14)
Segunda lectura: Efesios 1, 3-14
San Pablo, apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, a los efesios les dice: Hermanos: Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en él, con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en Cristo, antes de crear el mundo, para que fuéramos santos e irreprochables a sus ojos, por el amor; y determinó, porque así lo quiso, que por medio de Jesucristo, fuéramos sus hijos, para que alabemos y glorifiquemos, la gracia con que nos ha favorecido, por medio de su Hijo amado (Efesios 1, 3-6).
Evangelio: San Marcos 6, 7-13
El evangelista San Marcos, proclama que, llamó Jesús a los Doce, los envió de dos en dos y les dio poder, sobre los espíritus inmundos. Les mandó, que no llevaran nada para el camino: ni pan, ni mochila, ni dinero en el cinto, sino únicamente un bastón, sandalias y una sola túnica (Marcos 6, 7-9).
Lecturas consultadas en:
Id y enseñad,
La Biblia Latinoamérica,
La Biblia de las Américas y
Nuevo Misal del Vaticano II

Jesús, envía a los Doce
(Marcos 6)
Llamo a los Doce y comenzó, a enviarlos de dos en dos, dándoles poder, sobre los espíritus impuros (Versículos 7).
Les envió, de dos en dos
Los estudiosos de la Biblia, nos explican que, como de costumbre, el evangelista San Marcos, al referir los hechos y las palabras de Cristo, tiene en cuenta la situación y necesidades de la Iglesia, en el momento en el que, escribe el Evangelio, esto es, después de la resurrección de Cristo. Pero el hecho central y las instrucciones, que en este pasaje, da Cristo a los apóstoles, se refieren al Jesús terreno.
Es el inicio y son, como las pruebas generales, de la misión apostólica. Por el momento, se trata de una misión limitada, a los pueblos vecinos; esto es, a los compatriotas judíos. Tras la Pascua, esta misión será extendida, a todo el mundo, también a los paganos: Vayan por todo el mundo y prediquen, la Buena Nueva, a toda la creación (Marcos 16, 15).
Este hecho, tiene una importancia decisiva, para entender la vida y la misión de Cristo. Él, no vino, para realizar una proeza personal; no quiso ser, un meteorito que atraviesa el cielo, para después desaparecer en la nada. No vino, en otras palabras, sólo para aquellos pocos miles de personas, que tuvieron la posibilidad de verle y escucharle en persona, durante su vida terrena. Pensó, que su misión tenía que continuar, ser permanente, de manera que, cada persona, en todo tiempo y lugar de la historia, tuviera la posibilidad de escuchar, la Buena Nueva del amor de Dios y ser salvado.
Por esto, eligió colaboradores y comenzó a enviarles por delante, a predicar el Reino y curar a los enfermos. Hizo con sus discípulos, lo que hace hoy, con sus seminaristas, un buen rector de seminario, quien, los fines de semana, envía a sus muchachos a las parroquias, para que empiecen a tener experiencia pastoral; o les manda a instituciones caritativas, a que ayuden, a cuantos se ocupan de los pobres, de los extracomunitarios, para que se preparen, para la que un día será su misión.
La invitación de Jesús, ¡Vayan! se dirige en primer lugar, a los apóstoles; y hoy, a sus sucesores: el Papa, los obispos, los sacerdotes. Pero, no sólo a ellos. Éstos deben ser los guías, los animadores de los demás, en la misión común. Pensar de otro modo, sería como decir, que se puede hacer una guerra, sólo con los generales y los capitanes, sin soldados; o que, se puede poner en pie, un equipo de fútbol, sólo con un entrenador y un árbitro, sin jugadores.
Tras este envío de los apóstoles, Jesús, se lee en el Evangelio de San Lucas, designó, a otros setenta y dos y los envió, de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios, a donde él había de ir (Lucas 10, 1). Estos setenta y dos discípulos, eran probablemente, todos los que Él, había reunido hasta ese momento; o al menos, todos los que le seguían, con cierta continuidad. Jesús, por lo tanto, envía a todos sus discípulos, también a los laicos.
La Iglesia del post-Concilio, ha asistido, a un florecimiento de esta conciencia. Los laicos, de los movimientos eclesiales, son los sucesores de esos 72 discípulos... La vigilia de Pentecostés, brindó una imagen, de las dimensiones de este fenómeno, con esos cientos de miles de jóvenes, llegados a la Plaza de San Pedro, para celebrar con el Papa, las Vísperas de la Solemnidad. Lo que más impresionaba, era el gozo y el entusiasmo de los presentes. Claramente, para esos jóvenes, vivir y anunciar el Evangelio, no era un peso, aceptado sólo por deber, sino una alegría, un privilegio, algo que hace la vida, más bella de vivir.
El Evangelio, emplea sólo una palabra, para decir, qué debían predicar los apóstoles a la gente (que se convirtieran), mientras que describe largamente, cómo debían predicar. Al respecto, una enseñanza importante, se contiene en el hecho, de que Jesús les envía de dos en dos. Eso, de ir de dos en dos, era habitual en aquellos tiempos, pero con Jesús, asume un significado nuevo, ya no sólo práctico. Jesús, les envía de dos en dos –explicaba San Gregorio Magno— para inculcar la caridad, porque menos que entre dos personas, no puede haber ahí caridad. El primer testimonio, que dar de Jesús, es el del amor recíproco: En esto, conocerán todos, que son discípulos míos: si se tienen amor, los unos a los otros (Juan 13, 35).
Hay que estar atentos, para no interpretar mal, la frase de Jesús, sobre el marcharse, sacudiéndose también el polvo de los pies, cuando no son recibidos. Éste, en la intención de Cristo, debía ser un testimonio para ellos, no contra ellos. Debía servir, para hacerles entender, que los misioneros, no habían ido por interés, para sacarles dinero u otras cosas; que, más aún, no querían llevarse, ni siquiera su polvo. Habían acudido, por su salvación; y rechazándoles, se privaban a sí mismos, del mayor bien del mundo.
Es algo, que también, hay que recalcar hoy. La Iglesia, no anuncia el Evangelio, para aumentar su poder o el número de sus miembros. Si actuara así, traicionaría a la primera, el Evangelio. Lo hace, porque quiere compartir, el don recibido, porque ha recibido de Cristo, el mandato: Gratis lo han recibido, denlo gratis.
Adaptación del texto de la homilía del
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