Lo que contamina, al hombre. (Homilía dominical)
- Eduardo Ibáñez García
- 28 ago 2021
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 12 sept 2021
Día del Señor
Tiempo ordinario II – Ciclo B
Vigesimosegundo domingo
29 de agosto 2021
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espiritu Santo. Amen
Oración:
Dios de toda virtud, de quien procede todo lo que es bueno, infunde en nuestros corazones el amor de tu nombre, y concede que, haciendo más religiosa nuestra vida, hagas crecer el bien que hay en nosotros y lo conserves con solicitud amorosa. Por nuestro Señor Jesucristo... Amén.
Primera lectura: Deuteronomio 4, 1-2. 6-8
Moisés, habló al pueblo, diciendo: Ahora, Israel, escucha los mandatos y preceptos que te enseño, para que los pongas en práctica y puedas así vivir y entrar, a tomar posesión de la tierra que el Señor, Dios de tus padres, te va a dar. No añadirán nada, ni quitarán nada, a lo que les mando: Cumplan los mandamientos del Señor, que yo les enseño, como me ordena el Señor, mi Dios. Guárdenlos y cúmplanlos, porque ellos son la sabiduría y la prudencia de ustedes, a los ojos de los pueblos (Deuteronomio 4, 1-2).
Salmo: 14, 1-5
Señor ¿Quién puede hospedarse, en tu tienda? El que procede honradamente y practica la justicia; el que tiene intenciones leales y no calumnia con su lengua (Salmo: 14, 1-2).
Segunda lectura: Santiago 1, 17-18. 21-22. 27
El apóstol Santiago, dice: Hermanos: Acepten dócilmente la palabra que ha sido sembrada en ustedes y es capaz de salvarlos. Pongan en práctica esa palabra y no se limiten a escucharla, engañándose a ustedes mismos. La religión pura e intachable a los ojos de Dios Padre, consiste en visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones, y en guardarse de este mundo corrompido (Santiago 1, 21-22. 27).
Evangelio: San Marcos 7, 1-8. 14-15. 21-23
El evangelista San Marcos, proclama que, se acercaron a Jesús, los fariseos y algunos escribas, venidos de Jerusalén. Viendo, que algunos de los discípulos de Jesús, comían con las manos impuras… le preguntaron: ¿Por qué tus discípulos comen con manos impuras... Jesús, les contestó: “Ustedes, dejan a un lado el mandamiento de Dios, para aferrarse a las tradiciones de los hombres…” Después, Jesús llamó a la gente y les dijo: “Escúchenme todos y entiéndanme. Nada que entre de fuera puede manchar al hombre; lo que sí lo mancha es lo que sale de dentro; porque del corazón del hombre salen las intenciones…” (Marcos 7, 1-2. 5. 8-9. 14-15).
Lecturas consultadas en:
Id y enseñad,
La Biblia Latinoamérica,
La Biblia de las Américas y
Nuevo Misal del Vaticano II

La verdadera, pureza
(Marcos 7)
Jesús, les contestó: “Ustedes, dejan a un lado el mandamiento de Dios, para aferrarse a las tradiciones de los hombres…” (Versículo 8)
Lo que contamina, al hombre
En el pasaje del Evangelio de este domingo, Jesús, corta de raíz, la tendencia a dar más importancia a los gestos y a los ritos exteriores que, a las disposiciones del corazón, el deseo de aparentar, que se es-más, que de ser-bueno. En resumen, la hipocresía y el formalismo.
Pero, podemos sacar hoy, de esta página del Evangelio, una enseñanza de orden, no sólo individual, sino también social y colectivo. La distorsión, que Jesús denunciaba, de dar más importancia a la limpieza exterior que, a la pureza del corazón, se reproduce hoy, a escala mundial. Hay muchísima preocupación, por la contaminación exterior y física de la atmósfera, del agua, por el agujero en el ozono; en cambio, silencio casi absoluto, sobre la contaminación interior y moral. Nos indignamos, al ver imágenes de pájaros marinos, que salen de aguas contaminadas, por manchas de fuga del petróleo, cubiertos de alquitrán e incapaces de volar, pero no hacemos lo mismo por nuestros niños, precozmente viciados y apagados, a causa del manto de malicia, que ya se extiende, sobre cada aspecto de la vida.
Que quede, bien claro; no se trata de oponer, entre sí, los dos tipos de contaminación. La lucha, contra la contaminación física y el cuidado de la higiene, es una señal de progreso y de civilización, al que no se puede renunciar, a ningún precio. Jesús, no dijo, en aquella ocasión, que no había que lavarse las manos o los jarros y todo lo demás; dijo que esto, por sí solo, no basta; no va a la raíz del mal.
Jesús, lanza entonces, el programa de una ecología del corazón. Tomemos, alguna de las cosas contaminantes, enumeradas por Jesús; la calumnia, con el vicio, a ella emparentado, de decir maldades a costa del prójimo. ¿Queremos hacer de verdad, una labor de saneamiento del corazón? Emprendamos una lucha sin cuartel, contra nuestra costumbre de descender a los chismes, de hacer críticas, de participar en murmuraciones contra personas ausentes, de lanzar juicios a la ligera. Esto es un veneno, dificilísimo de neutralizar, una vez difundido.
Una vez, una mujer fue a confesarse con San Felipe Neri, acusándose de haber hablado mal, de algunas personas. El santo la absolvió, pero le puso, una extraña penitencia. Le dijo, que fuera a casa, tomara una gallina y volviera adonde él, desplumándola poco a poco, a lo largo del camino. Cuando estuvo de nuevo ante él, le dijo: Ahora vuelve a casa y recoge una por una las plumas, que has dejado caer, cuando venías hacia aquí. ¡Imposible! –exclamó la mujer– Entretanto el viento, las ha dispersado en todas direcciones. Es ahí, donde quería llegar San Felipe. Ya ves–le dijo– como es imposible recoger las plumas, una vez que se las ha llevado el viento; igualmente, es imposible retirar las murmuraciones y calumnias, una vez que han salido de la boca.
Adaptación del texto de la homilía del
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