Los rasgos misioneros, de Jesús. Miércoles, 1 de septiembre 2021 (Reflexión)
- Eduardo Ibáñez García
- 31 ago 2021
- 2 Min. de lectura
Tiempo ordinario II – Ciclo B
Vigesimosegunda semana
Miércoles, 1 de septiembre 2021
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espiritu Santo. Amen
Primera lectura: Colosenses 1, 1-8
Pablo, apóstol de Cristo Jesús, por designio de Dios y el hermano Timoteo, a los santos que viven en Colosas, hermanos fieles en Cristo; les deseamos la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre... Los anima a esto, la esperanza, de lo que Dios les tiene reservado en los cielos, que ya conocieron, cuando llegó hasta ustedes, por primera vez el Evangelio, la palabra, el mensaje de la verdad. Este, se sigue propagando y va dando fruto en el mundo entero, como ha ocurrido entre ustedes, desde el día en que lo escucharon y comprendieron de verdad la gracia de Dios (Colosenses 1, 1-2. 5-6).
Salmo: 51, 10-11
Confío en tu misericordia, Señor, por siempre jamás. Pero yo, como verde olivo, en la casa de Dios, confío en la misericordia de Dios, por siempre jamás (Salmo: 51, 10).
Evangelio: San Lucas 4, 38-44
El evangelista San Lucas, proclama que, al hacerse de día, salió a un lugar solitario. La gente, lo andaba buscando; dieron con él e intentaban retenerlo, para que no se les fuese. Pero él les dijo: También a los otros pueblos, tengo que anunciarles el reino de Dios, para eso me han enviado. Y predicaba, en las sinagogas de Judea (Lucas 4, 42-43).
Lecturas consultadas en:
Id y enseñad,
La Biblia Latinoamérica,
La Biblia de las Américas y
Nuevo Misal del Vaticano II

Los rasgos misioneros, de Jesús
Deben invitarnos, a no buscar instalarnos, en donde nos reciben bien; el misionero tiene que moverse, pues siempre habrá alguien, que necesita oir de Jesús, para conocer y recibir, a la Santísima Trinidad.
San Lucas, en este texto evangélico, presenta los elementos, de la actividad pública de Jesús: predicación, curación y expulsión de demonios. Y también, la búsqueda de silencio y soledad, para estar con su Padre, en oración, a pesar de su intenso horario de trabajo y su dedicación apostólica.
Estos dos rasgos, de su ser misionero, deben invitarnos, a no buscar instalarnos, en donde nos reciben bien; mientras hay alguien, que necesita oír de Jesús, conocerle y recibirle, el misionero tiene que moverse.
Y, por otra parte, en medio de una jornada intensa de trabajo, encontrar momentos para orar a solas y preguntarle al Señor ¿Dónde y cómo, me necesita ahora? y no ¿Dónde, voy a recibir más alabanzas?
Vivir, en actitud de discípulo y misionero, exige evitar el activismo exagerado, descuidando la oración, con la tentación de quedarnos, en ambientes cómodos, descuidando la universalidad de la misión.
Adaptación del texto de
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