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No serás nunca, hombre interior. Martes, 9 de febrero 2021 - (Reflexión)

  • Eduardo Ibáñez García
  • 8 feb 2021
  • 3 Min. de lectura

Tiempo Ordinario I – Ciclo B

Quinta semana

Martes 9 de febrero – 2021

  • Primera lectura: Génesis 1, 20-31. 2, 1-4

Dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine a los peces del mar, a las aves del cielo, a los animales domésticos y a todo animal que se arrastra sobre la tierra”. Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen suya lo creó; hombre y mujer los creó. Y los bendijo Dios y les dijo: “Sean fecundos y multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a todo ser viviente que se mueve sobre la tierra”. (Génesis 1, 26-28)

  • Salmo: 8, 4-9

¡Qué admirable, Señor, es tu poder! Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos, la luna y las estrellas, que has creado, me pregunto: ¿Qué es el hombre, para que de él te acuerdes; ese pobre ser humano, para que de él te preocupes? (Salmo: 8, 4-5)

  • Evangelio: San Marcos 7, 1-13

El evangelista San Marcos, proclama que, se acercaron a Jesús los fariseos y algunos escribas venidos de Jerusalén. Y, le preguntaron ¿Por qué tus discípulos, comen con manos impuras y no siguen la tradición de nuestros mayores? Jesús, les contestó: “¡Qué bien profetizó Isaías sobre ustedes, hipócritas…! cuando escribió: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. Es inútil el culto que me rinden, porque enseñan doctrinas, que no son sino preceptos humanos. Ustedes, dejan a un lado el mandamiento de Dios, para aferrarse a las tradiciones de los hombres”. (Marcos 7, 1. 5-6. 8)

Lecturas consultadas en:


Id y enseñad,

La Biblia Latinoamérica,

La Biblia de las Américas y

Nuevo Misal del Vaticano II


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No serás nunca, hombre interior


Mientras no te esfuerces a guardar silencio, acerca de los asuntos de tu prójimo, para ocuparte principalmente de ti mismo... Aquel que ama a Dios, no se fija en lo que está por debajo de Dios, porque sólo Dios, eterno, inmenso; colma todo, es amparo del alma y alegría verdadera del corazón...

A veces, nos damos cuenta de nuestra gran ceguera. Obramos mal y presentamos mil excusas. A menudo, nos mueven las pasiones e intentamos hacer pasar, nuestro actuar por obra de buen celo. Corregimos las pequeñas faltas de los demás y nos permitimos caer en faltas grandes. Estamos pronto para juzgar y condenar los yerros de los otros, pero no tenemos cuidado en no serles molestos.


El que se juzgara a si mismo con rectitud, no tendría ya coraje, para juzgar severamente a los demás. Un cristiano, ante todo, presta atención a su propia vida; y el que vigila sus propias acciones, se guarda bien, de criticar la conducta de los demás.


No serás nunca hombre interior, mientras no te esfuerces a guardar silencio, acerca de los asuntos de tu prójimo, para ocuparte principalmente de ti mismo... Aquel que ama a Dios, no se fija en lo que está por debajo de Dios, porque sólo Dios, eterno, inmenso, colma todo, es amparo del alma y alegría verdadera del corazón...


Descansarás plácidamente, si tu corazón no te reprende. No te alegres, sino cuando obres bien. Los malos nunca tienen alegría verdadera, ni sienten paz interior; porque dice el Señor: No tienen paz, los malos... (Isaías 57, 21).


Fácilmente estará contento y sosegado, el que tiene la conciencia limpia. No eres más santo, porque te alaben, ni más vil porque te desprecien. Lo que eres, eso eres; y por más que te estimen los hombres, no puedes ser, ante Dios, más grande de lo que eres. Si miras, lo que eres dentro de ti, no tendrás cuidado, de lo que de ti hablen los hombres. El hombre ve lo de fuera, más Dios ve el corazón (1 Samuel 16, 7).


Adaptación del texto de Imitación de Cristo

Tratado espiritual del siglo XV

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