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Nuestra fe, en Nuestro Dios. Lunes, 19 de abril 2021 (Reflexión)

  • Eduardo Ibáñez García
  • 18 abr 2021
  • 3 Min. de lectura

Tiempo de Pascua – Ciclo B

Tercera semana

Lunes, 19 de abril 2021

  • Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 6, 8-15

San Lucas, nos dice que, Esteban, lleno de gracia y de poder, realizaba grandes prodigios y señales, entre la gente. Algunos judíos, de la sinagoga llamada de los Libertos, procedentes de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia; se pusieron a discutir, con Esteban; pero no podían refutar, la sabiduría inspirada, con que hablaba. (Hechos 6, 8-10)

  • Salmo: 118, 23-24. 26-27. 29-30

Dichoso, el que cumple la voluntad del Señor. Aleluya. Te conté mis necesidades y me escuchaste; enséñame, Señor, tu voluntad. Dame nueva luz, para conocer tu ley y para meditar. las maravillas de tu amor (Salmo: 118, 26-27)

  • Evangelio: San Juan 6, 22-29

El evangelista San Juan, proclama que, Jesús, le dijo a la gente: “Yo les aseguro, que ustedes no me andan buscando, por haber visto señales milagrosas, sino por haber comido, de aquellos panes hasta saciarse. No trabajen, por ese alimento que se acaba, sino por el alimento, que dura para la vida eterna y que les dará el Hijo del hombre; porque a éste, el Padre Dios, lo ha marcado con su sello”. (Juan 6, 26-27)


Lecturas consultadas en:


Id y enseñad,

La Biblia Latinoamérica,

La Biblia de las Américas y

Nuevo Misal del Vaticano II


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Nuestra fe, en Nuestro Dios


Debe ser la que adora la pobreza y la humillación, con la que Jesús se cubrió toda su vida, como un traje que fue inseparable de Él… para que no le asuste nada, porque sabremos que nada nos pasará, sólo lo que Dios quiere -todos los cabellos de su cabeza, están contados (Mateo 10, 30)- y lo que Dios quiere, será siempre para nuestro bien -Todo lo que sucede, es para bien de los elegidos (Romanos 8, 28).

Los sentidos, son curiosos; y la fe, no quiere conocer nada del mundo, querría pasar toda su vida, inmóvil al pie del tabernáculo de Jesús. A los sentidos, les gusta la riqueza y el honor; la fe, se horroriza de ellos… Bienaventurados los pobres… (Mateo 5, 3). La fe también, adora la pobreza y la humillación, con la que Jesús se cubrió toda su vida, como un traje que fue inseparable de Él… Los sentidos se asustan, de lo que ellos llaman peligros, de lo que puede traer el dolor o la muerte; La fe, no le asusta nada, sabe que le pasará, sólo lo que Dios quiera -todos los cabellos de su cabeza, están contados (Mateo 10, 30)- y lo que Dios querrá, será siempre para su bien -Todo lo que sucede, es para bien de los elegidos (Romanos 8, 28). Así, ante lo que pueda llegar, pena o alegría, salud o enfermedad, vida o muerte, lo acepta y no tiene miedo de nada… Los sentidos, se inquietan por el mañana, se preguntan cómo se vivirá mañana; la fe, no tiene ninguna inquietud…


La fe, lo alumbra todo, con una luz nueva, diferente a la luz de los sentidos, más brillante, distinta. Así, el que vive con fe, tiene el alma llena de pensamientos nuevos, de gustos nuevos, de juicios nuevos; horizontes nuevos que se abren ante él, horizontes maravillosos iluminados por una luz celeste y llenos de la belleza divina. Envuelto con estas verdades nuevas, desconocidas por el mundo, necesariamente comienza una vida nueva, opuesta al mundo, al que sus acciones, le parecen una locura. El mundo está en las tinieblas, en una noche profunda. El hombre de fe, está lleno de luz, el camino luminoso por dónde avanza, no aparece ante los ojos de los hombres; estos, parecen querer caminar, por la vida como locos.


Adaptación del texto del Beato Carlos de Foucauld (1858-1916)

Ermitaño y misionero en el Sahara


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