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¡Que sean, perfectamente uno! Jueves, 20 de mayo 2021 (Reflexión)

  • Eduardo Ibáñez García
  • 19 may 2021
  • 2 Min. de lectura

Tiempo de Pascua – Ciclo B

Séptima semana

Jueves, 20 de mayo 2021

  • Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 22, 30. 23, 6-11

San Lucas, nos dice que, Pablo, sabía que una parte del sanedrín, era de saduceos y otra de fariseos, por eso exclamó: Hermanos: Yo soy fariseo, hijo de fariseos; y me quieren juzgar, porque espero la resurrección de los muertos. Apenas dijo esto, se produjo un altercado entre fariseos y saduceos, que ocasionó la división de la asamblea… En la noche siguiente, se le apareció el Señor a Pablo y le dijo: “Ten ánimo, Pablo; porque, así como en Jerusalén, has dado testimonio de mí, así también, tendrás que darlo en Roma”. (Hechos 23, 6-7. 11)

  • Salmo: 15, 1-2. 5. 7-11

Enséñanos, Señor, el camino de la vida. Aleluya. Enséñame el camino de la vida, sáciame de gozo en tu presencia y de alegría perpetua junto a ti. (Salmo: 15, 11)

  • Evangelio: San Juan 17, 20-26

El evangelista San Juan, proclama que, Jesús, levantó los ojos al cielo y dijo: “Padre, Yo, les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno. Yo en ellos y tú en mí, para que su unidad sea perfecta y así el mundo, conozca que tú me has enviado y que los amas, como me amas a mí.”. (Juan 17, 22-23)


Lecturas consultadas en:


Id y enseñad,

La Biblia Latinoamérica,

La Biblia de las Américas y

Nuevo Misal del Vaticano II


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¡Que sean, perfectamente uno!


Es, lo que proclamó Cristo, es decir, así, perfectos por la sabiduría, la prudencia, la justicia, la piedad y todas las virtudes de Cristo, seremos, unidos a la luz indefectible de la divinidad del Padre, convertidos nosotros mismos, en luz por nuestra unión con Él.

En su gran oración sacerdotal, nuestro Salvador, pide que estemos con Él; donde Él está y que contemplemos su gloria. Nos ama, como lo ama su Padre; y desea, darnos todo lo que el Padre, le ha dado. La gloria, que tiene de su Padre, quiere dárnosla y hacernos a todos uno; de suerte que, en adelante, no seamos una multitud, sino que formemos todos juntos, una unidad; reunidos por su divinidad, en la gloria del Reino, no por fusión, en una sola sustancia, sino en la perfección, cumbre de la virtud.


Es, lo que proclamó Cristo, al decir: ¡Que sean, perfectamente uno! Así, perfectos por la sabiduría, la prudencia, la justicia, la piedad y todas las virtudes de Cristo, seremos, unidos a la luz indefectible de la divinidad del Padre, convertidos nosotros mismos, en luz por nuestra unión con Él; y plenamente hijos de Dios, por nuestra participación y comunión con su Hijo único, que nos hace, partícipes del resplandor de su divinidad.


De esta manera, llegaremos a ser todos uno, con el Padre y el Hijo. Pues, así como declaró, que el Padre y Él son uno –El Padre y yo, somos uno (Juan 10, 30)– también pidió que, a imitación suya, también nosotros, participáramos de la misma unidad… No la unidad hipostática, que Él tiene con el Padre, sino esta otra: como el Padre, le ha hecho participar en su gloria, también Él mismo, comunicará su gloria a los que ama.


Adaptación del texto de Eusebio de Cesárea (c. 265-340)

Obispo, teólogo e historiador

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