Reconciliarse, con el prójimo. Viernes, 26 de febrero 2021 - (Reflexión)
- Eduardo Ibáñez García
- 25 feb 2021
- 2 Min. de lectura
Tiempo de Cuaresma – Ciclo B
Primera semana
Viernes 26 de febrero – 2021
Primera lectura: Ezequiel 18, 21-28
El profeta Ezequiel, proclama que, esto dice el Señor: “Si el pecador, se arrepiente de los pecados cometidos, guarda mis preceptos y practica la rectitud y la justicia, ciertamente vivirá y no morirá; no me acordaré de los delitos que cometió; vivirá, a causa de la justicia que practicó. ¿Acaso quiero yo la muerte del pecador y no más bien, que enmiende su conducta y viva? Si el justo se aparta de su justicia y comete maldad, no se recordará, la justicia que hizo.” (Ezequiel 18, 21-24)
Salmo: 129, 1-8
Perdónanos, Señor, y viviremos. Desde el abismo de mis pecados, clamo a ti; Señor, escucha mi clamor; que estén atentos tus oídos, a mi voz suplicante. (Salmo: 129, 1-2)
Evangelio: San Mateo 5, 20-26
El evangelista San Mateo, proclama que, Jesús dijo a sus discípulos: “Si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo, de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda junto al altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano; y vuelve luego, a presentar tu ofrenda. Arréglate pronto con tu adversario, mientras vas con él por el camino… Te aseguro, que no saldrás de ese lugar, hasta que hayas pagado el último centavo.” (Mateo 5, 23-26)
Lecturas consultadas en:
Id y enseñad,
La Biblia Latinoamérica,
La Biblia de las Américas y
Nuevo Misal del Vaticano II

Reconciliarse, con el prójimo
Si meditamos que Reconciliar, es un proceso que rebasa la justicia legal, en aras del bien común; reconocemos, que eso es fruto de la misericordia, que se requiere y de la misericordia, que se otorga. Por lo tanto, reconciliarse, es una manera de establecer la justicia y hacer prevalecer el bien.
Las obras, tienen consecuencias. Lo escrito por el profeta Ezequiel, fue revolucionario, porque la conciencia personal estaba difuminada, en una personalidad colectiva, en la que el individuo no tenía voz ni voluntad propia, sino la de su líder, gobernante, rey o sacerdote.
Las desgracias, se achacaban a las culpas de los antepasados, lo mismo que las bonanzas. Y es que es fácil cobijar, la responsabilidad personal, con las decisiones de los demás. Cierto, que la libertad químicamente pura, no existe, pues cada persona es modelada por circunstancias y condicionamientos, que influyen, al tomar una decisión. Lo sustancial será buscar el bien y la justicia, no solo como un asunto social, sino de libertad personal intransferible.
Jesús, quiere que sus discípulos asuman la iniciativa, para la reconciliación, cuando surge un conflicto. Reconciliar, es un proceso que rebasa la justicia legal, en aras del bien común. Es fruto de la misericordia, que se requiere y de la misericordia, que se otorga. Reconciliarse, es una manera de establecer la justicia y hacer prevalecer el bien.
¿Perdonamos como Dios nos perdona?
Adaptación del texto de Servicio Bíblico Latinoamericano

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