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La paz de Dios. Martes, 29 de diciembre 2020 – (Reflexión)

  • Eduardo Ibáñez García
  • 28 dic 2020
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 20 abr 2021

Tiempo de Navidad – Ciclo B

Octava de Navidad – Dia V

Martes 29 de diciembre – 2020

  • Primera lectura: 1 Juan 2, 3-11

San Juan, apóstol de Jesucristo, nos dice: Queridos hermanos, quien afirma, que está en la luz y odia a su hermano, está todavía en las tinieblas. Quien ama a su hermano, permanece en la luz y no tropieza. Pero quien odia a su hermano, está en las tinieblas, camina en las tinieblas y no sabe a dónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos. (1 Juan 2, 9-11)

  • Salmo: 95, 1-3. 5-6

Cantemos, la grandeza del Señor. Cantemos al Señor un nuevo canto, que le cante al Señor toda la tierra; cantemos al Señor y bendigámoslo. (Salmo: 95, 1)

  • Evangelio: San Lucas 2, 22-35

El evangelista San Mateo, proclama que, Simeón, era un varón justo y temeroso de Dios, que aguardaba el consuelo de Israel; en él moraba el Espíritu Santo, el cual le había revelado, que no moriría sin haber visto antes al Mesías del Señor. Movido por el Espíritu, fue al templo; y cuando José y María entraban con el niño Jesús, para cumplir con lo prescrito por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios, diciendo: Señor, ya puedes dejar morir en paz a tu siervo, según lo que me habías prometido, porque mis ojos han visto a tu Salvador, al que has preparado para bien de todos los pueblos, luz que alumbra a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel.. (Lucas 2, 25-32)

Lecturas consultadas en:


Id y enseñad,

La Biblia Latinoamérica,

La Biblia de las Américas y

Nuevo Misal del Vaticano II


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Estaba él orando, junto al altar, cuando llegaron los asesinos. Era el 29 de diciembre, de 1170. No opuso, resistencia. Murió diciendo: Muero gustoso, por el nombre de Jesús y en defensa de la Iglesia Católica. Tenía apenas, 52 años.

La paz de Dios


Es para sus siervos, que gozan de las dulzuras de la quietud y la libertad, cuando alejados de los tormentos mundanos, adquieren el refugio y la seguridad eternas... Es solamente entonces, cuando el alma encuentra la verdadera paz, el descanso total, la seguridad duradera y perpetua.

En efecto, está escrito el justo vivirá por su fe. Si eres justo, si vives de la fe, si crees verdaderamente en Jesucristo, ¿Por qué no te alegras de estar llamado, para ir al encuentro de Cristo... puesto que, crees firmemente en la promesa de Dios y que estás destinado, a estar con Cristo? Toma como ejemplo a Simeón, el justo: ha sido verdaderamente justo y ha cumplido los mandamientos de Dios.


A él, una inspiración divina le había enseñado, que no moriría sin antes ver a Cristo, de tal manera, que cuando Cristo niño fue al Templo con su madre, Simeón iluminado por el Espíritu Santo, vio claro que había nacido el Salvador, tal como se le había predicho; y en tal situación, comprendió que su muerte era inminente. Gozoso ante esta perspectiva y seguro desde entonces, de ser llamado por Dios para estar con Él, tomó al niño en sus brazos y bendiciendo al Señor, exclamó: Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz, porque mis ojos han visto a tu Salvador.


Entonces experimentó y dio testimonio, de que la paz de Dios es para sus siervos, que éstos gozan de las dulzuras de la quietud y la libertad, cuando alejados de los tormentos mundanos, adquieren el refugio y la seguridad eternas... Es solamente entonces, cuando el alma encuentra la verdadera paz, el descanso total, la seguridad duradera y perpetua.


Adaptación del texto de San Cipriano (c. 200-258)

Obispo de Cartago y mártir

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