Frecuentemente, Jesus oraba. Miércoles, 13 de enero 2021 - (Reflexión)

Tiempo Ordinario I – Ciclo B

Primera semana

Miércoles 13 de enero – 2021

• Primera lectura: Hebreos 2, 14-18

San Pablo, apóstol de Jesucristo, les dice hebreos: como bien saben ustedes, Jesús no vino a ayudar a los ángeles, sino a los descendientes de Abraham; por eso tuvo que hacerse semejante a sus hermanos, en todo, a fin de llegar a ser sumo sacerdote, misericordioso con ellos y fiel en las relaciones, que median entre Dios y los hombres para expiar así, los pecados del pueblo. (Hebreos 2, 16-17)

• Salmo: 104, 1-4. 6-9

El Señor, nunca olvida sus promesas. Ni aunque transcurran mil generaciones, se olvidará el Señor de sus promesas; de la alianza pactada con Abraham, del juramento a Isaac, que un día le hiciera. (Salmo: 104, 8-9)

• Evangelio: San Marcos 1, 29-39

El evangelista San Marcos, proclama que, la suegra de Simón estaba en cama, con fiebre; Jesús se le acercó y tomándola de la mano, la levantó. En ese momento se le quitó la fiebre y se puso a servirles. Al atardecer, cuando el sol se ponía, le llevaron a todos los enfermos y poseídos del demonio; y todo el pueblo se apiñó, junto a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó a muchos demonios, pero no dejó que los demonios hablaran, porque sabían quién era él. (Marcos 1, 31-34)

Lecturas consultadas en:

Id y enseñad,

La Biblia Latinoamérica,

La Biblia de las Américas y

Nuevo Misal del Vaticano II

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Frecuentemente, Jesus oraba

Para recibir del Padre, todo lo que necesitaba, en su proyecto de proclamar la Buena Nueva, a todas las comunidades de entonces. Sigamos su ejemplo, confiados en la fe que también nosotros le profesamos a Dios; para poder contribuir en el proyecto de Jesus, nuestro hermano.

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Nos damos cuenta, de que manera San Marcos, va presentando la forma de como Jesús de Nazaret, proporciona su servicio comunitario; el cual difiere sustancialmente, a como lo hacía la gente religiosa de entonces y también la de nuestro tiempo.

Para Jesús, lo importante era devolver la paz y tranquilidad a los pobres, a los enfermos, a los desvalidos, a los que padecían, las tragedias impuestas por los sistemas de poder. Jesús, un verdadero hombre como nosotros, sintió en su propia vida, el dolor que padecían sus hermanos. Por eso, en el Evangelio de hoy, lo encontramos devolviéndole su salud a una mujer, anciana y enferma: la suegra de Pedro. No se puede fijar nuestro interés, solo en que la fiebre se le quitó, sino en el hecho de liberación, que Jesús hace de ella y en el lugar que Él le da, dentro de la comunidad, que no es la cocina, sino la diaconía, la coloca en un servicio eclesial.

¿Nuestra vida cristiana, es fuerza liberadora, para los que hoy son víctima de injusticia y muerte?

Adaptación del texto de Servicio Bíblico Latinoamericano