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Reflexión del día miércoles, 9 de diciembre - 2020

  • Eduardo Ibáñez García
  • 23 dic 2020
  • 2 Min. de lectura

Tiempo Ordinario – Ciclo B

Segunda semana

Miércoles 9 de diciembre – 2020

  • Primera lectura: Isaías 40, 25-31

El profeta Isaías, proclama que, el Señor da vigor al fatigado y al que no tiene fuerzas, energía. Hasta los jóvenes se cansan y se rinden, los más valientes tropiezan y caen; pero aquellos, que ponen su esperanza en el Señor, renuevan sus fuerzas; les nacen alas como de águila, corren y no se cansan, caminan y no se fatigan. (Isaías 40, 29-31)

  • Salmo: 102, 1-4. 8. 10

Bendice al Señor, alma mía. Bendice al Señor, alma mía, que todo mi ser bendiga su santo nombre. Bendice al Señor, alma mía, y no te olvides de sus beneficios. (Salmo: 102, 1-2)

  • Evangelio: San Mateo 11, 28-30

El evangelista San Mateo, proclama que, Jesús dijo: “Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga; y yo, los aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón; y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga, ligera”.(Mateo 11, 28-30)

Lecturas consultadas en:


Id y enseñad,

La Biblia Latinoamérica,

La Biblia de las Américas y

Nuevo Misal del Vaticano II


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Es motivo de esperanza


Tomar el yugo y la carga del Señor, pues nunca nos dejará de atender y dar respuesta a nuestras necesidades, liberarnos de nuestras angustias y darnos confianza para vivir.


Preparar el camino al Señor, no es tarea fácil, exige esfuerzo y constancia. Esta disciplina trae frecuentemente, cansancio y desánimo, cuando las cosas no salen como deseamos y experimentamos las inquietudes, que el profeta Isaías nos presenta hoy; sin embargo, nos recuerda que, en el Señor podremos recobrar las fuerzas, continuar preparando el camino sin fatigarnos.


Cansado, agobiado y quemado son adjetivos, que califican a muchos que trabajamos, por llevar la buena nueva, preparar el camino del Señor y descubrir la desproporción, entre los esfuerzos realizados y los escasos frutos recogidos; pero, no todo está perdido, ya que el Señor nos invita ir a Él, para comunicarnos su fuerza. Tomar su yugo y su carga, es motivo de esperanza, pues nunca nos dejará de atender y dar respuesta a nuestras necesidades, liberarnos de nuestras angustias y darnos confianza para vivir.


El Adviento nos invita, a nunca dudar de Dios. Cristo vino y sigue viniendo, para consolarnos, fortalecernos y liberarnos de nuestros miedos y angustias.


¿Crees que Cristo te ofrece esperanza y paz interior?


Adaptación del texto de Servicio Bíblico Latinoamericano

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