María, es el modelo para todo cristiano. Viernes, 1 de enero 2021 - (Reflexión)
- Eduardo Ibáñez García
- 31 dic 2020
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 30 ene 2021
Tiempo de Navidad – Ciclo B
Octava de Navidad – Dia VIII - Solemnidad de Santa María, Madre de Dios
Viernes 1 de enero – 2021
Primera lectura: Números 6, 22-27
El Señor habló a Moisés y le dijo: “Di a Aarón y a sus hijos: De esta manera, bendecirán a los israelitas: El Señor te bendiga y te proteja, haga resplandecer su rostro sobre ti y te conceda su favor. Que el Señor, te mire con benevolencia y te conceda la paz. Así invocarán mi nombre sobre los israelitas y yo los bendeciré”. (Números 6, 22-27)
Salmo: 66, 2-3. 5-6. 8
Ten piedad de nosotros, Señor, y bendícenos. Ten piedad de nosotros y bendícenos; vuelve, Señor, tus ojos a nosotros. Que conozca la tierra tu bondad y los pueblos tu obra salvadora. (Salmo: 66, 5-6)
Segunda lectura: Gálatas 4, 4-7
San Pablo, apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, a los colosenses les dice: Hermanos: Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estábamos bajo la ley, a fin de hacernos hijos suyos. (Gálatas 4, 4)
Evangelio: San Lucas 2, 16-21
El evangelista San Lucas, proclama que, los pastores, fueron a toda prisa hacia Belén y encontraron a María, a José y al niño, que estaba recostado en el pesebre. Cumplidos los ocho días, circuncidaron al niño y le pusieron el nombre de Jesús, aquel mismo que había dicho el ángel, antes de que el niño fuera concebido.(Lucas 2, 16. 21)
Lecturas consultadas en:
Id y enseñad,
La Biblia Latinoamérica,
La Biblia de las Américas y
Nuevo Misal del Vaticano II


La Solemnidad de Santa María Madre de Dios, es la primer Fiesta Mariana, que apareció en la Iglesia Occidental, su celebración se comenzó a dar en Roma, hacia el siglo VI, probablemente, junto con la dedicación –el 1º de enero– del templo Santa María Antigua en el Foro Romano, una de las primeras iglesias marianas de Roma.
María, es el modelo para todo cristiano
Que busca día a día, alcanzar su santificación. En nuestra Madre Santa María, encontramos la guía segura, que nos introduce en la vida del Señor Jesús, ayudándonos a conformarnos de acuerdo a sus enseñanzas, para que en algún momento, podríamos decir como el Apóstol San Pablo, vivo yo, más no yo, es Cristo quien vive en mí.
El pasaje evangélico, recuerda la base real e histórica, sobre la que se funda el título de Madre de Dios: Cuando se cumplieron, los ocho días para circuncidarle, se le dio el nombre de Jesús, el que le dio el ángel, antes de ser concebido en el seno de la madre. Pero es San Pablo, que en la segunda lectura nos ofrece, la verdadera dimensión del misterio; Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar, a los que se hallaban bajo la ley; y para que, recibiéramos la filiación adoptiva.
Madre de Dios, fue en el origen, un título que concernía más a Jesús, que a la Virgen. De Él nos atestigua, que es verdadero hombre ¿Por qué decimos que Cristo es hombre, sino porque es nacido de María, que es una criatura humana? (Tertuliano). Nos atestigua, en segundo lugar, que es verdadero Dios. Sólo, si Jesús es visto como Dios, es posible llamar a María, Madre de Dios.
Finalmente, de Jesús, atestigua que, Él, es Dios y hombre, en una sola persona. Si en Jesús, humanidad y divinidad, hubieran estado unidas, en cuanto a una unión sólo moral y no personal (así pensaban los herejes, contra los cuales fue definido el título Madre de Dios, Theotokos, en el Concilio de Éfeso del año 431), Ella, no podría haber sido llamada, Madre de Dios, sino sólo Madre de Jesús o de Cristo. María, es aquella, que hizo de Jesús, nuestro hermano.
Eligiendo esta vía materna, para manifestarse a nosotros, Dios reveló, al mismo tiempo, la dignidad de la mujer. Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer. Si San Pablo hubiera dicho: nacido de María, se habría tratado, sólo de un detalle biográfico; diciendo nacido de mujer, dio a su afirmación, un alcance universal e inmenso. Es la mujer misma, cada mujer, quien ha sido elevada en María, a tan increíble altura. María es aquí, la mujer. Se habla mucho hoy, de la promoción de la mujer, que es uno de los signos de los tiempos, más bellos y alentadores. Pero, Dios nos ha precedido mucho; confirió a la mujer un honor tal, como para hacernos enmudecer a todos.
El título Madre de Dios nos habla, en fin, naturalmente de María. María es la única, en el universo, que puede decir, dirigiéndose a Jesús, lo que le dice a Él, el Padre celestial ¡Tú, eres mi Hijo; yo, te he engendrado hoy! (Hebreos 1, 5; Salmo 2, 7). San Ignacio de Antioquia dice, con toda sencillez, que Jesús es de Dios y de María. Casi como decimos nosotros, de un hombre que es hijo de éste y de ésta. Dante Alighieri, encerró la doble paradoja de María, que es virgen y madre, madre e hija, en un solo verso ¡Virgen Madre, hija de tu Hijo!
El título de Madre de Dios, basta por sí solo, para fundar la grandeza de María y justificar, el honor a Ella tributado. Se reprocha a veces, a los católicos que exageran en el honor y en la importancia atribuidos a María; y en ocasiones, hay que reconocer que el reproche, no carecía de fundamento, al menos por el modo, con que aquello se realizaba. Pero jamás, se piensa en lo que hizo Dios. Dios, fue tan más allá, al honrar a María, haciéndola Madre de Dios, que ninguno puede decir más, aunque tuviera –decía el propio Lutero- tantas lenguas, como briznas de hierba, hay en la tierra.
El título de Madre de Dios, es también hoy, el punto de encuentro y la base común, para todos los cristianos, del cual pueden volver a partir, para reencontrar el acuerdo, en torno al lugar de María en la fe. Es el único título ecuménico, no sólo de derecho, porque fue definido en un Concilio ecuménico, sino también de hecho, en cuanto que, es reconocido por todas las mayores Iglesias cristianas.
La oración mariana más antigua, Sub tuum praesidium, expresa la confianza y el consuelo, que el pueblo cristiano siempre ha sacado, de este título de la Virgen; Bajo tu protección nos acogemos, Santa Madre de Dios; no deseches las súplicas, que te dirigimos en nuestras necesidades; antes bien, líbranos siempre de todo peligro, ¡oh Virgen gloriosa y bendita!
Adaptación del texto de la Homilía del
P. Raniero Cantalamessa, ofmcap

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