Reflexión del día viernes, 18 de diciembre - 2020
- Eduardo Ibáñez García
- 23 dic 2020
- 2 Min. de lectura
Tiempo Ordinario – Ciclo B
Tercera semana
Viernes 18 de diciembre – 2020
Primera lectura: Jeremías 23, 5-8
Miren, viene un tiempo -dice el Señor- en que haré surgir, un renuevo en el tronco de David: Será un rey justo y prudente; y hará, que en la tierra se observen la ley y la justicia. (Jeremías 23, 5)
Salmo: 71, 1-4. 7-8. 17
Ven, Señor, rey de justicia y de paz. Comunica, Señor, al rey tu juicio y tu justicia, al que es hijo de reyes; así tu siervo saldrá en defensa de tus pobres y regirá a tu pueblo justamente. (Salmo: 71, 1-2)
Evangelio: San Mateo 1, 18-24
El evangelista San Mateo, proclama que, Cristo vino al mundo, de la siguiente manera: Estando María, su madre, desposada con José; y antes, de que vivieran juntos, sucedió que ella, por obra del Espíritu Santo, estaba esperando un hijo. José, su esposo, que era hombre justo, no queriendo ponerla en evidencia, pensó dejarla en secreto. (Mateo 1, 18-19)
Lecturas consultadas en:
Id y enseñad,
La Biblia Latinoamérica,
La Biblia de las Américas y
Nuevo Misal del Vaticano II

El que es tentado y llama a Jesús
Nunca cae y quien siempre le invoca, no caerá y se salvará (Salmo 17, 4).
El nombre de Jesús, es nombre divino, anunciado a María, de parte de Dios, por el arcángel san Gabriel; y por esto, dijo San Pablo, que era nombre sobre todo nombre, en el que solamente se halla la salvación. Este nombre, es comparado por el Espíritu Santo, al aceite, por la razón, dice san Bernardo, de que, así como el aceite es luz y comida, también medicina; así el nombre de Jesús, es luz para el entendimiento, alimento para el corazón y medicina para el alma.
Es luz para el entendimiento, pues con este nombre se convirtió el mundo, sacándole de las tinieblas y de la idolatría, a la luz de la fe. Nosotros, que hemos nacido en estas regiones, donde antes de la venida de Jesucristo, todos nuestros antepasados eran gentiles, seríamos aun tales, si no hubiera venido el Mesías a iluminarlos. ¡Cuánto, pues, debemos agradecer a Jesucristo, el don de la fe!...
Es también, el nombre de Jesús, alimento que nutre nuestros corazones; porque él nos recuerda, lo que Jesús ha hecho por salvarnos. De aquí es que, nos consuela este nombre en las tribulaciones, nos da fuerza, para andar por el camino de la salvación, nos anima en las desconfianzas, nos enciende para amar, recordando lo que ha padecido nuestro Redentor, por salvarnos.
Este nombre, finalmente, es medicina para el alma, haciéndola fuerte contra las tentaciones de nuestros enemigos. Tiembla el infierno y huye, al invocar este santo nombre, según aquello que dice el Apóstol: Al nombre de Jesús, se doblará toda rodilla en el cielo, en la tierra y en los infiernos (Filipenses 2, 10). El que es tentado y llama a Jesús, no cae; y quien siempre le invoca no caerá y se salvará (Salmo 17, 4).
Adaptación del texto de San Alfonso María de Ligorio (1696-1787)
Obispo y doctor de la Iglesia

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