Los Obispos, orando y trabajando por el pueblo. Viernes, 22 de enero 2021 - (Reflexión)
- Eduardo Ibáñez García
- 21 ene 2021
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 30 ene 2021
Tiempo Ordinario I – Ciclo B
Segunda semana
Viernes 22 de enero – 2021
Primera lectura: Hebreos 8, 6-13
San Pablo, apóstol de Jesucristo, les dice a los hebreos: Jesucristo, nuestro sumo sacerdote, ha obtenido un ministerio tanto más excelente, cuanto que él es el mediador de una mejor alianza, fundada en mejores promesas. Si aquella primera alianza hubiera sido perfecta, no habría habido lugar para una segunda. (Hebreos 8, 6-7)
Salmo: 84, 8. 10-14
Muéstranos, Señor, tu misericordia. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación. Está ya cerca nuestra salvación y la gloria del Señor habitará en la tierra. (Salmo: 84, 8)
Evangelio: San Marcos 3, 13-19
El evangelista San Marcos, proclama que, Jesús subió al monte, llamó a los que él quiso y ellos lo siguieron. Constituyó a doce, para que se quedaran con él, para mandarlos a predicar y para que tuvieran el poder de expulsar a los demonios. (Marcos 3, 13-15)
Lecturas consultadas en:
Id y enseñad,
La Biblia Latinoamérica,
La Biblia de las Américas y
Nuevo Misal del Vaticano II

Los Obispos, orando y trabajando por el pueblo
Difunden de muchas maneras y con abundancia, la plenitud de la santidad de Cristo. Por medio del ministerio de la palabra, comunican la virtud de Dios a los creyentes, para la salvación (Romanos 1, 16); y santifican a los fieles, por medio de los sacramentos, cuya administración legítima y fructuosa regulan ellos con su autoridad.
El Obispo, por estar revestido de la plenitud del sacramento del orden, es el administrador de la gracia del supremo sacerdocio, sobre todo en la Eucaristía, que él mismo celebra o procura que sea celebrada; y mediante la cual, la Iglesia vive y crece continuamente.
Esta Iglesia de Cristo, está verdaderamente presente, en todas las legítimas reuniones locales de los fieles; que, unidas a sus pastores, reciben también en el Nuevo Testamento, el nombre de iglesias (Hechos 8, 1. 14, 22). Ellas son, en su lugar, el Pueblo nuevo, llamado por Dios en el Espíritu Santo y en gran plenitud (1 Tesalonicenses 1, 5). En ellas se congregan los fieles, por la predicación del Evangelio de Cristo; y se celebra el misterio de la Cena del Señor, para que por medio del cuerpo y de la sangre del Señor, quede unida toda la fraternidad.
En toda comunidad de altar, bajo el sagrado ministerio del Obispo, se manifiesta el símbolo de aquella caridad y unidad del Cuerpo místico, sin la cual no puede haber salvación. En estas comunidades, aunque sean frecuentemente pequeñas y pobres o vivan en la dispersión, está presente Cristo, por cuya virtud se congrega la Iglesia una, santa, católica y apostólica. Pues la participación del cuerpo y sangre de Cristo, hace que pasemos a ser, aquello que recibimos.
Así, los Obispos, orando y trabajando por el pueblo, difunden de muchas maneras y con abundancia, la plenitud de la santidad de Cristo. Por medio del ministerio de la palabra, comunican la virtud de Dios a los creyentes, para la salvación (Romanos 1, 16); y santifican a los fieles, por medio de los sacramentos, cuya administración legítima y fructuosa regulan ellos con su autoridad.
Adaptación del texto del Concilio Vaticano II

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