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Salió de allí y vino a su patria. (Homilía dominical)

  • Eduardo Ibáñez García
  • 3 jul 2021
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 20 jul 2021

Dia del Señor


Tiempo Ordinario II – Ciclo B

Decimocuarto domingo

4 de julio 2021

  • Primera lectura: Ezequiel 2, 2-5

El profeta Ezequiel, nos dice que, el espíritu entró en mí, hizo que me pusiera en pie y oí una voz, que me decía: “Hijo de hombre, yo te envío a los israelitas, a un pueblo rebelde, que se ha sublevado contra mí. Ellos y sus padres me han traicionado, hasta el día de hoy. También sus hijos son testarudos y obstinados. A ellos te envío, para que les comuniques mis palabras. Y ellos, te escuchen o no, porque son una raza rebelde, sabrán que hay, un profeta en medio de ellos” (Ezequiel 2, 2-5).

  • Salmo: 122, 1-4

Ten piedad de nosotros, ten piedad. Ten piedad de nosotros, ten piedad, porque estamos, Señor, hartos de injurias; saturados estamos de desprecios, de insolencias y burlas (Salmo: 122, 3).

  • Segunda lectura: 2 Corintios 12, 7-10

San Pablo, apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, a los corintios les dice: Hermanos: Tres veces, le he pedido al Señor, que me libre de esto, pero él me ha respondido: “Te basta mi gracia, porque mi poder, se manifiesta en la debilidad”. Así pues, de buena gana, prefiero gloriarme de mis debilidades, para que se manifieste en mí, el poder de Cristo. Por eso, me alegro de las debilidades, los insultos, las necesidades, las persecuciones y las dificultades que sufro por Cristo, porque cuando soy más débil, soy más fuerte (2 Corintios 12, 8-10).

  • Evangelio: San Marcos 6, 1-6

El evangelista San Marcos, proclama que, Jesús, fue a su tierra, en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, se puso, a enseñar en la sinagoga; y la multitud, que lo escuchaba, se preguntaba con asombro: ¿Dónde, aprendió este hombre, tantas cosas? ¿De dónde, le viene esa sabiduría y ese poder, para hacer milagros? Y estaban, desconcertados. Pero Jesús, les dijo: “Todos honran a un profeta, menos los de su tierra, sus parientes y los de su casa.” Y no pudo, hacer allí ningún milagro, sólo curó a algunos enfermos, imponiéndoles las manos. (Marcos 6, 1-5).


Lecturas consultadas en:


Id y enseñad,

La Biblia Latinoamérica,

La Biblia de las Américas y

Nuevo Misal del Vaticano II

 

¿No es este, el carpintero?

(Marcos 6)


¿Dónde, aprendió este hombre, tantas cosas? ¿De dónde, le viene esa sabiduría y ese poder, para hacer milagros? (Versículos 2)

 

Salió de allí y vino a su patria


Cuando ya se había hecho popular y famoso, por sus milagros y su enseñanza, Jesús, volvió un día a su lugar de origen, Nazaret; y como de costumbre, se puso a enseñar en la sinagoga. Pero esta vez, no suscitó ningún entusiasmo, ningún ¡Hosanna! Más que escucharle, cuanto decía y juzgarle según ello. La gente, se puso, a hacer consideraciones como estas: ¿De dónde ha sacado esta sabiduría? No ha estudiado, le conocemos bien; es el carpintero, ¡el hijo de María!. Y se escandalizaban, de Él; o sea, encontraban un obstáculo para creerle, en el hecho de que le conocían bien.

Jesús, comentó amargamente: Un profeta, sólo en su patria, entre sus parientes y en su casa, carece de prestigio. Esta frase, se ha convertido en proverbial, en la forma abreviada: Nemo propheta in patria, nadie es profeta en su tierra. Pero esto, es sólo una curiosidad. El pasaje evangélico, nos lanza también, una advertencia implícita, que podemos resumir así: ¡Atentos, a no cometer el mismo error, que cometieron los nazarenos! En cierto sentido, Jesús, vuelve a su patria, cada vez que su Evangelio, es anunciado, en los países que fueron, en un tiempo, la cuna del cristianismo.

Algunos paises de Europa, son, para el cristianismo, lo que era Nazaret para Jesús: el lugar, donde fue criado (el cristianismo, nació en Asia, pero creció en Europa, ¡Un poco, como Jesús, había nacido en Belén, pero fue criado en Nazaret!). Hoy corren el mismo riesgo, que los nazarenos: no reconocer a Jesús. La carta constitucional de la nueva Europa unida, no es el único lugar, del que, Él es actualmente expulsado...

El episodio del Evangelio, nos enseña algo importante. Jesús, nos deja libres; propone, no impone sus dones. Aquel día, ante el rechazo de sus paisanos, Jesús, no se abandonó a amenazas e invectivas. No dijo, indignado –como se cuenta, que hizo Publio Escipión, el africano– dejando Roma: Ingrata patria, ¡no tendrás, mis huesos! Sencillamente, se marchó a otro lugar. Una vez, no fue recibido en cierto pueblo; los discípulos indignados, le propusieron, hacer bajar fuego del cielo, pero Jesús, se volvió y les reprendió (Lucas 9, 54).

Así actúa, también hoy. Dios, es tímido. Tiene mucho más respeto de nuestra libertad, que la que tenemos nosotros mismos, los unos de los otros. Esto crea, una gran responsabilidad. San Agustín, decía: Tengo miedo, de Jesús que pasa (Timeo Jesum transeuntem). Podría, en efecto, pasar sin que me percate, pasar sin que yo esté dispuesto, a acogerle.

Su paso es siempre, un paso de gracia. San Marcos dice sintéticamente que, habiendo llegado a Nazaret en sábado, Jesús, se puso, a enseñar en la sinagoga. Pero el Evangelio de San Lucas, especifica también, qué enseñó y qué dijo aquel sábado. Dijo, que había venido, para anunciar a los pobres, la Buena Nueva; para proclamar la liberación, a los cautivos; y la vista, a los ciegos; para dar la libertad, a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor (Lucas 4, 18-19).

Lo que Jesús, proclamaba en la sinagoga de Nazaret era, por lo tanto, el primer jubileo cristiano de la historia, el primer gran año de gracia, del que todos los jubileos y años santos, son una conmemoración.


Adaptación del texto de la homilía del

P. Raniero Cantalamessa, ofmcap








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