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Talitá kum ¡muchacha, levántate! (Homilía dominical)

  • Eduardo Ibáñez García
  • 26 jun 2021
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 20 jul 2021

Dia del Señor


Tiempo Ordinario II – Ciclo B

Decimotercer domingo

27 de junio 2021

  • Primera lectura: Sabiduría 1, 13-15. 2, 23-24

Dios no hizo la muerte, ni se recrea, en la destrucción de los vivientes. Todo lo creó para que subsistiera. Las creaturas del mundo son saludables; no hay en ellas veneno mortal. Dios creó al hombre para que nunca muriera, porque lo hizo a imagen y semejanza de sí mismo; más por envidia del diablo entró la muerte en el mundo y la experimentan quienes le pertenecen (Sabiduría 1, 13-15. 2, 23-24).

  • Salmo: 29, 2. 4-6. 11-13

Te alabaré, Señor, eternamente. Te alabaré, Señor, pues no dejaste, que se rieran de mí mis enemigos. Tú, Señor, me salvaste de la muerte y a punto de morir, me reviviste. (Salmo: 29, 2. 4)

  • Segunda lectura: 2 Corintios 8, 7. 9. 13-15

San Pablo, apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, a los corintios les dice: Hermanos: Se trata, más bien, de aplicar durante nuestra vida, una medida justa; porque entonces, la abundancia de ustedes, remediará las carencias de ellos; y ellos, por su parte, los socorrerán a ustedes en sus necesidades. En esa forma, habrá un justo medio, como dice la Escritura: Al que recogía mucho, nada le sobraba; al que recogía poco, nada le faltaba (2 Corintios 8, 13-15)

  • Evangelio: San Marcos 5, 21-43

El evangelista San Marcos, proclama que, cuando Jesús, regresó en la barca, al otro lado del lago, se quedó en la orilla y ahí, se le reunió mucha gente. Entonces, se acercó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo… le dijo, al jefe de la sinagoga: “No temas. Basta, que tengas fe” ...Entró a la casa y les dijo: “¿Qué significa tanto llanto y alboroto? La niña, no está muerta, está dormida”. Y, se reían de Él. Entonces, Jesús, echó fuera a la gente; y con los padres de la niña y sus acompañantes, entró a donde estaba la niña. La tomó de la mano y le dijo: ¡Talitá, kum! que significa: ¡Óyeme, niña, levántate! La niña, que tenía doce años, se levantó inmediatamente y se puso a caminar (Marcos 5, 35. 37-41).


Lecturas consultadas en:


Id y enseñad,

La Biblia Latinoamérica,

La Biblia de las Américas y

Nuevo Misal del Vaticano II

 

Jesús, resucita, a la hija de Jairo

(Marcos 5)


La tomó de la mano y le dijo: ¡Talitá, kum! que significa: ¡Óyeme, niña, levántate! La niña, se levantó inmediatamente y se puso a caminar. (Versículos 39)

 

Talitá kum ¡muchacha, levántate!


El pasaje del Evangelio de este domingo, está hecho de escenas, que se suceden rápidamente, en lugares distintos. Él está, ante todo la escena, a orillas del lago. Jesús, está rodeado de un gran gentío, cuando un hombre, se arroja a sus pies y le dirige una súplica: Mi hija, está a punto de morir; ven, impón tus manos sobre ella, para que se salve y viva. Jesús, deja a la mitad su discurso; y se pone en marcha, con el hombre hacia su casa.


La segunda escena, acontece en el camino. Una mujer, que sufría hemorragias, se acerca a escondidas a Jesús, para tocar su manto y se siente curada. Mientras Jesús, hablaba con ella, de la casa de Jairo, llegan a decirle: Tu hija, ha muerto ¿A qué molestar ya, al Maestro? Jesús, que ha oído todo, dice al jefe de la sinagoga: No temas; solamente ten fe.


Y he aquí, la escena crucial, en la casa de Jairo. Gran confusión, gente que llora y grita, como es comprensible, ante el fallecimiento, recién ocurrido de una adolescente. Entra y les dice: “¿Por qué alborotan y lloran? La niña, no ha muerto; está dormida” …Él, después de echar fuera a todos, toma consigo al padre de la niña, a la madre y a los suyos; y entra, donde estaba la niña. Y tomando la mano de la niña, le dice: Talitá kum, que quiere decir: Muchacha, a ti te digo, levántate. La muchacha se levantó al instante y se puso a andar; tenía doce años. ...Y les insistió mucho, en que nadie lo supiera; y les dijo, que le dieran a ella, de comer.


El pasaje del Evangelio, sugiere una observación. Se vuelve a discutir, continuamente, sobre el grado de historicidad y fiabilidad de los Evangelios. Hemos asistido, recientemente, al intento de poner en el mismo nivel, como si tuvieran la misma autoridad, los cuatro evangelios canónicos y los evangelios apócrifos de los siglos II-III.


Pero este intento, es sencillamente absurdo; y demuestra también, buena dosis de mala fe. Los evangelios apócrifos, sobre todo los de origen gnóstico, fueron escritos varias generaciones después, por personas que habían perdido, todo contacto con los hechos; y que, por lo demás, no se preocupaban, lo más mínimo, de hacer historia, sino sólo, de poner en labios de Cristo, las enseñanzas propias de la escuela de ellas. Los evangelios canónicos, al contrario, fueron escritos por testigos oculares de los hechos o por personas, que habían estado en contacto, con los testigos oculares. San Marcos, de quien leemos este año el Evangelio, estuvo en estrecha relación, con el Apóstol San Pedro, de quien refiere muchos episodios, que le tuvieron como protagonista.


El pasaje de este domingo, nos ofrece un ejemplo, de este carácter histórico de los Evangelios. El nítido retrato de Jairo y su petición angustiosa de ayuda; el episodio de la mujer, que se encuentran de camino a su casa, la actitud escéptica, de los mensajeros hacia Jesús, la tenacidad de Cristo, el clima de la gente, que llora a la niña muerta, el mandato de Jesús, referido en la lengua original aramea, la conmovedora solicitud de Jesús, de que se dé algo de comer, a la niña resucitada. Todo hace pensar, en un relato que, remite a un testigo ocular del hecho.


Ahora, una breve aplicación del Evangelio del domingo, a la vida. No existe, sólo la muerte del cuerpo, también, está la muerte del corazón. La muerte del corazón existe, cuando se vive en la angustia, en el desaliento o en una tristeza crónica. Las palabras de Jesús: Talitá kum, ¡muchacha, levántate!, no se dirigen por tanto, sólo a chicos y chicas muertos, sino también a chicos y chicas que viven.


Qué triste, es ver a los jóvenes... tristes. Y hay muchísimos, a nuestro alrededor. La tristeza, el pesimismo, el no deseo de vivir, son siempre cosas malas; pero cuando se ven o se las oye expresar a jóvenes, oprimen el corazón todavía más.


En este sentido, Jesús, sigue resucitando también hoy, a chicas y chicos muertos. Lo hace con su palabra y también enviándoles a sus discípulos, quienes, en Su nombre y con Su mismo amor, repiten a los jóvenes de hoy, aquel grito Suyo: Talitá kum: ¡muchacho, levántate! Vuelve a vivir.


Adaptación del texto de la homilía del

P. Raniero Cantalamessa, ofmcap


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