Todo sarmiento que da fruto, lo poda. (Homilía dominical)
- Eduardo Ibáñez García
- 1 may 2021
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 20 jul 2021
Dia del Señor
Tiempo de Pascua de Resurrección – Ciclo B
Quinto domingo
2 de mayo 2021
Primera lectura: Hechos de los apóstoles 9, 26-31
San Lucas, nos dice que, cuando Pablo, regresó a Jerusalén, trató de unirse a los discípulos, pero todos le tenían miedo, porque no creían, que se hubiera convertido en discípulo. Entonces, Bernabé, lo presentó a los apóstoles y les refirió cómo Saulo, había visto al Señor en el camino, cómo el Señor, le había hablado y cómo él había predicado, en Damasco, con valentía, en el nombre de Jesús. Desde entonces, vivió con ellos en Jerusalén, iba y venía, predicando abiertamente en el nombre del Señor. (Hechos 9, 26-28)
Salmo: 21, 26-28. 30-32
Bendito sea, el Señor. Aleluya. Mi descendencia, lo servirá y le contará, a la siguiente generación, al pueblo que ha de nacer, la justicia del Señor y todo lo que él ha hecho. (Salmo: 21, 31-32)
Segunda lectura: 1 Juan 3, 18-24
San Juan, apóstol de Jesucristo, nos dice: Hijos míos: No amemos solamente de palabra; amemos de verdad y con las obras… Quien cumple sus mandamientos permanece en Dios y Dios en él. En esto conocemos, por el Espíritu que él nos ha dado, que él permanece en nosotros. (1 Juan 3, 1-2)
Evangelio: San Juan 15, 1-8
El evangelista San Juan, proclama que, Jesús, dijo a sus discípulos: “Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador... Al que no permanece en mí, se le echa fuera; como al sarmiento y se seca; luego lo recogen, lo arrojan al fuego y arde. Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y se les concederá. La gloria de mi Padre, consiste en que den mucho fruto y se manifiesten, así como discípulos míos”. (Juan 15, 1. 6-8)
Lecturas consultadas en:
Id y enseñad,
La Biblia Latinoamérica,
La Biblia de las Américas y
Nuevo Misal del Vaticano II

Yo, soy la vid: produzcan frutos en mi
(Juan 15)
“Yo, soy la vid verdadera y mi Padre, es el viñador”. (Versículo 1)
Todo sarmiento que da fruto, lo poda
Yo, soy la vid verdadera y mi Padre, es el viñador. Todo sarmiento, que en mí no da fruto, lo corta; y todo el que da fruto, lo poda, para que dé más fruto.

En su enseñanza, Jesús, parte con frecuencia, de cosas familiares, para cuantos le escuchan, cosas que estaban, ante los ojos de todos. Esta vez, nos habla con la imagen de la vid y los sarmientos.
Jesús, expone dos casos. El primero, negativo: el sarmiento está seco, no da fruto, así que es cortado y desechado; el segundo, positivo: el sarmiento está aún vivo y sano, por lo que es podado. En principio, este contraste nos dice que, la poda no es un acto hostil, hacia el sarmiento. El viñador, espera todavía mucho de él, sabe que puede dar frutos, tiene confianza en él. Lo mismo ocurre, en el plano espiritual. Cuando Dios, interviene en nuestra vida con la cruz, no quiere decir, que esté irritado con nosotros. Justamente, es lo contrario.
Pero ¿Por qué el viñador, poda el sarmiento y hace llorar, como se suele decir, a la vid? Por un motivo, muy sencillo: si no es podada, la fuerza de la vid, se desperdicia; dará tal vez, más racimos de lo debido, con la consecuencia de que, no todos maduren y de que, descienda la graduación del vino. Si permanece mucho tiempo, sin ser podada, la vid, hasta se asilvestra y produce, sólo pámpanos y uva silvestre.
Lo mismo ocurre, en nuestra vida. Vivir, es elegir; y elegir, es renunciar. La persona que, en la vida, quiere hacer demasiadas cosas o cultiva, una infinidad de intereses y de aficiones, se dispersa; no sobresaldrá, en nada. Hay que tener el valor, de hacer elecciones, de dejar aparte algunos intereses secundarios, para concentrarse en otros primarios. ¡Podar!
Esto, es aún más verdadero, en la vida espiritual. La santidad, se parece a la escultura. Leonardo da Vinci, definió la escultura, como el arte de quitar. Las otras artes. consisten en poner algo: color, en el lienzo en la pintura; piedra sobre piedra, en la arquitectura; nota tras nota, en la música. Sólo la escultura, consiste en quitar: quitar los pedazos de mármol, que están de más, para que surja la figura, que se tiene en la mente. También, la perfección cristiana, se obtiene así, quitando, haciendo caer los pedazos inútiles, esto es, los deseos, ambiciones, proyectos y tendencias carnales, que nos dispersan por todas partes y no nos dejan acabar nada.
Un día, Miguel Ángel, paseando por un jardín de Florencia, vio en una esquina, un bloque de mármol que asomaba, desde debajo de la tierra, medio cubierto de hierba y barro. Se paró en seco, como si hubiera visto a alguien; y dirigiéndose a los amigos, que estaban con él, exclamó: En ese bloque de mármol, está encerrado un ángel, debo sacarlo fuera. Y armado de cincel, empezó a trabajar aquel bloque, hasta que surgió la figura, de un bello ángel.
También Dios, nos mira y nos ve así: como bloques de piedra aún informes; y dice, para sí: Ahí dentro, está escondida una criatura nueva y bella que espera, salir a la luz; más aún, está escondida la imagen, de mi propio Hijo Jesucristo; pues nosotros, estamos destinados a reproducir la imagen de su Hijo (Romanos 8, 29)
¡Debemos, sacar esa imagen, hacia el exterior de nuestro ser! ¿Entonces, qué hacer? Toma el cincel, que es la cruz; y comienza a trabajarte; toma las tijeras de podar y empieza a hacerlo. ¡No debemos ponernos a pensar, si las cruces son terribles! Normalmente, Él no añade nada, a lo que la vida, por sí sola, presenta de sufrimiento, fatiga, tribulaciones; sólo hace que todas estas cosas, sirvan para nuestra purificación. Nos ayuda, a no desperdiciarlas.
Adaptación del texto de la homilía de P. Raniero Cantalamessa, ofmcap
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