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“Yo soy, el pan de la vida”. Miércoles, 21 de abril 2021 (Reflexión)

  • Eduardo Ibáñez García
  • 20 abr 2021
  • 2 Min. de lectura

Tiempo de Pascua – Ciclo B

Tercera semana

Miércoles, 21 de abril 2021

  • Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 8, 1-8

San Lucas, nos dice que, los discípulos, que se habían dispersado, al pasar de un lugar a otro, iban difundiendo el Evangelio. Felipe, bajó a la ciudad de Samaria y predicaba ahí a Cristo. La multitud escuchaba con atención lo que decía Felipe, porque habían oído hablar de los milagros, que hacía y los estaban viendo. (Hechos 8, 4-8)

  • Salmo: 65, 1-7

Las obras del Señor, son admirables. Aleluya. Que aclame al Señor, toda la tierra. Celebremos su gloria y su poder, cantemos un himno de alabanza, digamos al Señor: Tu obra, es admirable. (Salmo: 65, 2-3)

  • Evangelio: San Juan 6, 35-40

El evangelista San Juan, proclama que, Jesús, dijo a la multitud: Yo soy, el pan de la vida. El que viene a mí, no tendrá hambre; y el que cree en mí, nunca tendrá sed. Pero, como ya les he dicho: me han visto y no creen. Todo aquel, que me da el Padre, viene hacia mí; y al que viene a mí, yo, no lo echaré fuera, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Y la voluntad del que me envió es, que yo no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite, en el último día. La voluntad de mi Padre consiste, en que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y yo, lo resucite en el último día”. (Juan 6, 37-40)


Lecturas consultadas en:


Id y enseñad,

La Biblia Latinoamérica,

La Biblia de las Américas y

Nuevo Misal del Vaticano II


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“Yo soy, el pan de la vida”

(Juan 6, 35)


Sólo Dios, podría ofrecer, un amor más grande que aquel, de darse a sí mismo como Pan de vida; para ser partido y comido, con el fin mismo de que ustedes y yo, podamos comer y vivir, que podamos comer y satisfacer, de este modo, nuestro anhelo de amor.

Han pedido pasar, tres meses a solas con Jesús (en retiro); eso, les parece bien. Pero, si durante ese tiempo, el hambre de Jesús, en el interior de los corazones, de algunos de los miembros de su pueblo, es un hambre mayor que la nuestra, no deben quedarse a solas con Jesús, todo ese tiempo. Deben permitir a Jesús, que los transforme, en ese pan que alimente, a aquellos con los que están en contacto. Permitan ser, un alimento devorado por la gente; porque de esa forma, mediante la palabra y tener presencia ante ellos, están proclamando a Jesús...


Sólo Dios, podría ofrecer, un amor más grande que aquel, de darse a sí mismo como Pan de vida; para ser partido y comido, con el fin mismo de que ustedes y yo podamos comer y vivir, que podamos comer y satisfacer, de este modo, nuestro anhelo de amor.


Y así y todo Él, no parecía satisfecho, porque Él también, tenía hambre de amor. Se hizo el hambriento, el sediento, el desnudo, el forastero y no dejó de proclamar: Tuve hambre, anduve sin ropas, fui forastero. A mí, me lo hicisteis (Mateo 25,40). El Pan de vida y el hambriento, pero un único amor: solo Jesús.


Adaptación del texto de Santa Teresa de Calcuta (1910-1997)

Fundadora, de las Hermanas Misioneras de la Caridad

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